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Una segunda generación de robots amenazará la mitad de los empleos
16/11/2014

Una segunda generación de robots amenazará la mitad de los empleos

Los últimos avances tecnológicos y sus posibles aplicaciones para afrontar los desafíos del futuro. Leer nota digital

Una segunda generación de robots amenazará la mitad de los empleos

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Singularity University, la Universidad de la Singularidad que funciona en la NASA, es reconocida en todo el planeta por su enfoque innovador sobre los últimos avances tecnológicos y sus posibles aplicaciones para afrontar los grandes desafíos del futuro.

La charla que la Universidad dio en la Argentina hace un tiempo transitaba los carriles normales sobre los efectos de la tecnología y los desafíos de la humanidad, hasta que una frase llegó al corazón de los asistentes. "En 15 años, el 46% de los empleos que hoy conocemos desaparecerá", dijo uno de los disertantes.

Las preguntas no tardaron en multiplicarse. "¿Qué harán los gobiernos para evitar que la gente pierda el empleo? ¿Cómo se puede prevenir que las empresas despidan a las personas?"

Cuando el ejemplo que se utiliza para demostrar el efecto de la tecnología en los negocios es el archiconocido Kodak, nadie se siente afectado. Cuando los protagonistas somos todos nosotros, la cosa cambia.

La imagen típica de un robot reemplazando a una persona es la que construimos en las películas de ciencia ficción de los años ochenta. R2-D2 y C-3PO de La guerra de las galaxias no parecían una amenaza para nuestro futuro. Luego nos acostumbramos a ver robots en las fábricas realizando trabajos repetitivos. Hoy, la realidad es más compleja.

Los avances en inteligencia artificial y robótica han permitido el desarrollo de vehículos autotripulados, sistemas de diagnóstico de enfermedades mucho más precisos, métodos de análisis financiero y económico más completos que los elaborados por seres humanos, entre otros avances. La velocidad con que se producen estos cambios es vertiginosa y los efectos de las reglas con las que funciona la tecnología (mayor velocidad y capacidad de procesamiento a menor costo en intervalos rápidos) están impactando sobre muchos aspectos de la vida.

Parece ciencia ficción hoy, pero el día en que un robot-odontólogo pueda realizar tratamientos no está muy lejos. Una vez que eso sea posible y al robot lo afecten las reglas de la tecnología (cada vez mejor y más barato), ¿quién va a querer visitar un humano-odontólogo? Lo mismo aplica a cientos de otras actividades como, por ejemplo, conducir un camión o un avión. Los robots no sufren estrés, no piden aumentos salariales y su único objetivo es cumplir una función.

Hace algunos años quienes estaban bajo amenaza eran las personas que hacían trabajos manuales en las fábricas, los empleados de las agencias de viajes y los cajeros de los bancos. Hoy, los afectados son muchos más: médicos, analistas financieros, taxistas y camioneros, contadores, abogados, profesores, soldados, bomberos, etcétera.

Volviendo a la charla de Singularity, las respuestas a las insistentes preguntas sobre el futuro del mundo del trabajo pueden resumirse en una frase: "Todavía no lo sabemos". Todos estos cambios se están produciendo porque vivimos en una era de abundancia. No existen límites finitos para nuestra capacidad de innovar y crear. Las computadoras son cada vez más poderosas y baratas, la conectividad es cada día mayor y más rápida, los recursos económicos fluyen con facilidad entre regiones y países. En el mundo de la abundancia la regla es una sola: la adaptación constante.

Llevar estas ideas a nuestro país parece difícil. Nuestro cableado mental está preparado para funcionar en modo crisis permanente. Esto nos conduce siempre a actuar en el cortísimo plazo, en el que todos los juegos son de suma cero (todo lo que gano es porque se lo quito a mi oponente).

Este modo no nos permite pensar en el mediano y largo plazo, que es la clave para crear soluciones innovadoras. Por eso actuamos de una manera tan defensiva ante los desafíos planteados previamente.

Los robots y los sistemas inteligentes seguirán transformando el mundo en que vivimos en los próximos años. Suena amenazante, pero lo mismo deben haber sentido los agricultores en medio de la Revolución Industrial.

Las personas, las organizaciones y los países deberían estar pensando cómo adaptarse para tomar posiciones de valor en este futuro que cada vez es más presente.