"Hay que salirse del binomio reproducción-mujer"

Marisa Herrera, sub-Directora y profesora de la Maestría en Derecho con orientación en Derecho Civil de la Facultad de Derecho UP, habla sobre los modelos familiares y el derecho a reproducción.

“Hoy podemos hablar de familias en plural porque las técnicas de reproducción han permitido y han ampliado las posibilidades. El avance de la ciencia nos ha puesto sobre nuevas posibilidades y las técnicas han venido a revolucionar el concepto de familia”. Esta breve afirmación de la investigadora argentina Marisa Herrera resume acertadamente la realidad que enfrenta el debate sobre modelos familiares y el derecho a reproducción.

Un tema complejo que se debate desde ayer en el workshop organizado por el Instituto Internacional de Sociología Jurídica de Oñati bajo el título “Derechos reproductivos y reproducción asistida. Género, diversidad sexual y familias en plural”. 

Herrera es una de las participantes en las jornadas. En un receso de las mismas esbozó a GARA las líneas generales de su exposición, que parte de la necesidad de abrirse a los nuevos paradigmas de familia, en los que las técnicas de reproducción humana asistida (TRH) juegan un papel fundamental.

"El tema de la mujer igual a madre se ha puesto en crisis. Hay un derecho a la reproducción como a no reproducirse. Es un tema de libertad y autonomía. Tú puedes elegir, y si quieres elegir reproducción claramente tienes que tener acceso a las técnicas y el Estado debería cubrirlo. En todo caso el debate sería hasta cuántas veces, por un tema de recursos. Pero no se trata de si tienes derecho o no”, sostiene.

En esta línea, remarca que la no reproducción es igualmente un derecho que debe ser garantizado, por lo que censura que “se juegue” con el tema del aborto y la posibilidad de decidir no ser madre.

“Hay que salirse de este binomio reproducción-mujer, porque las técnicas de reproducción abren la posibilidad a que dos hombres sean padres sin que haya una madre. Está estrechamente ligado a los roles de cuidado”, apunta.

Otra cuestión que considera se utiliza para no abrirse a nuevos modelos es el de los derechos de los niños. “La bandera del interés superior del niño se ha puesto de fondo para estar en contra de familias diferentes”. Afirma que se trata de un prejuicio, puesto que no hay datos estadísticos que demuestren un perjuicio derivado de ello en los menores.

“Hay cierta tendencia a afirmar que los cambios en los modelos familiares –divorcio, parejas homosexuales...– traerán la destrucción de las familias. Hay que eliminar esos perjuicios hacia las diferencias porque claramente ponen en tensión conceptos de filiación, de maternidad, de paternidad que hay que revisar”, afirma.

Aboga al respecto por dejar de lado valoraciones ético-morales y centrarse en la labor jurídica para que los derechos reproductivos de todas las personas sean respetados. Para ello considera necesario borrar de la ecuación la variable de la religión: “todos tenemos moral e ideología. Tenemos que profundizar en la separación entre Estado e iglesia, entre derecho y religión”, apostilla.