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El show olímpico, ¿debe seguir?
El show olímpico, ¿debe seguir?
Sección: Opinión
Publicación: Jueves 22 de Mayo de 2008

 
Autor: Alejandro Di Giacomo
Coordinador de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Palermo.
 
Los datos de los informes preliminares del terremoto que afectó a China espantan. Los muertos superan los 70 mil, los heridos ya suman 220 mil, tres millones de viviendas quedaron destruidas y alcanzar la recuperación en las zonas afectadas demandará, por lo menos, tres años. Los daños materiales alcanzaron los 9.500 millones de dólares, según estimaciones que sólo cuentan las pérdidas por destrucción edilicia y los trastornos en la producción de la región.

Más impactantes son las imágenes cotidianas que entregan los reportes periodísticos. Un hombre joven, con el rostro desencajado, extiende su mano sepultado entre bloques de cemento y vigas de concreto, mientras un grupo de socorristas intenta acercarle agua para beber. Una pila de cadáveres arde en llamas, único método posible para evitar la propagación de pestes. Los aros de basquetbol de una escuela aparecen desenfocados en el fondo de otra escena, mientras en primer plano se distinguen pequeños bultos, que son cuerpos sin vida. Sobre una montaña de escombros y hierros retorcidos, una joven pareja, con ridículos barbijos, llora desencajada con su hija inerte en brazos.
Muchos niños han muerto en Sichuan, epicentro del sismo. Cinco escuelas de nivel primario se desplomaron como si fueran de cartón. El drama se agiganta, pues, desde 1970, las autoridades chinas aplicaron la política de un sólo hijo por matrimonio para atacar los problemas de sobrepoblación. "Muchas familias han perdido lo único que tenían, no hay otros pequeños a los que aferrarse para seguir adelante", dijo un socorrista a la televisión alemana.

La aparición de unos pocos afortunados rescatados de entre los escombros después de sobrevivir sepultados durante días salpica de emoción la tragedia. Es la primera vez en su historia que el gobierno chino acepta ayuda internacional luego de un cataclismo, lo que desnuda la gravedad de la situación. La corrupción, que tanto tiñe las gestiones oficiales en el país, emergió también en el cataclismo. Los edificios de las escuelas que colapsaron y acabaron con toda una generación en la región tenían sólo diez años de antigüedad, mientras otros edificios de tres y hasta cuatro décadas aguantaron los movimientos de la tierra y siguen en pie. El gobierno prometió investigar si hubo fallas estructurales en las nuevas construcciones, ya que algunos pobladores denunciaron que el desvío de fondos gestó edificios precarios. "No fue la naturaleza sino los gobernantes corruptos los que mataron a nuestros niños", dijo indignado un padre chino al periódico inglés The Guardian.

Prioridades

Donde se invirtió lo mejor y sin retaceos fue en la estructura de los 39 escenarios (12 a estrenar) que albergarán los Juegos Olímpicos de Pekín en agosto, como en el Cubo de Agua, el estadio para las competiciones de natación, una proeza de la arquitectura moderna que aprovecha la luz solar para acumular energía y en el que se invirtieron 200 millones de dólares. La cita olímpica también apelará a última tecnología espacial para bombardear con cohetes el cielo de la capital china y desperdigar yoduro de plata a cuatro mil metros de altura para provocar lluvias anticipadas. Así, los Juegos eludirán los problemas meteorológicos con una acción que parece escapada de una historia de ciencia ficción. En contraste, los avances de la ciencia china fueron incapaces de predecir el sismo, a pesar de los elementales indicios que regaló la naturaleza como migraciones de aves y mamíferos y el nerviosismo que mostraron días previos al terremoto los osos pandas de una reserva de la región.

La pelota, manchada

Nadie imagina la canee lación de los Juegos Olímpicos en medio de la desgracia. El deporte ya ha dado muestras de que es capaz de sobrellevarlo todo, como ocurrió en México en 1985, cuando un sismo sacudió Distrito Federal y dejó 6.800 muertos, 70 mil heridos y 30 mil personas sin hogar. "Llevaremos algo de alegría a esa gente. El Mundial 1986 será una bendición después de los pesares", se jactó el brasileño Joao Ha-velange, entonces presidente de la FIFA, y armó "la gran fiesta del fútbol". Lo mismo debe pensar ahora Jacques Rogge, el mandamás del Comité Olímpico Internacional (COI), que acaba de donar un millón de dólares para ayudar a las víctimas del terremoto y lavar la imagen de su entidad. "El deporte no tiene como fin resolver los problemas sociales y políticos de los países", afirmó reiteradas veces el titular del COI ante los reclamos por las violaciones a los derechos humanos en China, por el apoyo de Pekín al régimen genocida de Sudán, y por las represiones en Tíbet. Por qué el deporte debería diferenciarse si empresas como los servidores mundiales de Internet Google y Yahoo nada dicen de la libertad de expresión y hasta se autocensuran en determinados temas en sus portales de China para evitar enemistades con el gobierno y mantenerse en un mercado de 1.300 millones de usuarios. La misma apetencia es la que ha llevado numerosas multinacionales a apostar fuerte a favor de los Juegos, más allá del contexto.
La postura de Rogge no es nueva en la historia olímpica. El estadounidense Avery Brunda-ge, al frente del movimiento olímpico de su país, afirmó en 1935 que los Juegos de Berlín estaban siendo "politizados por judíos y comunistas" que buscaban "derrocar a Hitler". "¿Por qué un atleta americano debería convertirse en mártir por una causa que no es la suya?", se preguntó el dirigente en medio de presiones para boicotear la cita impulsada por el régimen nazi. Peor fue la afirmación del sueco Sigfried Edstrom, otro influyente miembro del COI en aquellos años. "No tengo nada contra los judíos, pero es-necesario mantenerlos dentro de ciertos límites", disparó. Brundage y Edstrom llegaron años más tarde a la presidencia de COI y mantuvieron esas visiones. Horas después de la muerte de 19 personas en los fatídicos Juegos de Munich 1972, cuando un comando palestino secuestró a miembros de la delegación israelí y asesinó a once de ellos, Brundage lanzó una temeraria afirmación: "Los Juegos deben seguir". Y así fue, ante el mundo que miraba.

La función tampoco se suspenderá en Pekín, justo en el Año de la Rata que, según el calendario chino, promete prosperidad y abundancia. Una grotesca burla del destino para los casi cinco millones de damnificados por el sismo.
 
 
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