La IA, mi compañera de redacción

La periodista de Infobae cuenta cómo usan la IA en la redacción de ese medio. Y reflexiona sobre los desafíos de los periodistas ante esta nueva ola.

La inteligencia artificial dejó de ser una promesa futurista para convertirse en protagonista cotidiana de las redacciones. El último informe del Reuters Institute revela que más de la mitad de la población en los países desarrollados detecta el uso habitual de IA en medios, una percepción que muestra hasta qué punto estas tecnologías ya modifican el ecosistema informativo.

Hoy la IA interviene en todas las etapas del trabajo. La automatización está profundamente arraigada en los flujos periodísticos: desde la transcripción automática y el monitoreo de redes hasta la personalización de contenidos y la generación de titulares o resúmenes.

Pero la IA generativa trasciende la automatización de tareas rutinarias. Sistemas como ChatGPT y Gemini capaces de producir textos, imágenes, audio o videos son de uso cotidiano de manera autodidacta, y cada vez es más común que los medios desarrollen sus propias plataformas, pequeñas o grandes dependiendo de la empresa, que funcionan como herramientas tan válidas -y usadas- como el diccionario.

El proceso no es homogéneo. Los grandes medios llevan la delantera, mientras otras redacciones enfrentan barreras de acceso y adaptación que pueden ampliar las desigualdades ya presentes en el mapa mediático.

En mi redacción, la IA se ganó un lugar como colega digital: asistentes customizados colaboran en la estructuración de notas, la investigación o la elaboración de resúmenes. Todo, siempre, bajo la mirada de periodistas humanos que marcan la diferencia crucial. Es que la edición sigue siendo un territorio irrenunciable del criterio periodístico. Esta convivencia logró avances visibles, como más eficiencia, ampliación de capacidades, mayor producción y aumento de la retención del público.

Resulta innegable que los riesgos existen: prolifera la desinformación o deepfakes, y erosión de la confianza crece. Claramente, la capacidad de la IA para generar contenidos verosímiles pero erróneos demanda redacciones cada vez más atentas y rigurosas en la verificación.

La discusión de fondo debería pasar por cómo renegociar reglas, valores y roles profesionales. El control editorial, la transparencia y la definición de los límites entre humano y máquina son el núcleo del debate.

La presencia de la IA en el periodismo es irreversible. El punto neurálgico es integrar la tecnología de manera crítica, con supervisión humana y protocolos reconfigurados para los nuevos dilemas éticos y operativos.

Lo fundamental es preservar el criterio periodístico: la intervención humana es el único antídoto en tiempos de tsunami tecnológico. El periodista debe mantenerse fiel al método: buscar, verificar, poner en duda, contrastar. Solo así se puede garantizar que la ola de la IA no nos lleve puestos como profesionales… Ni como sociedad.