NOTA EDITORIAL: PAULA REY

El caos y la controversia se encuentran plasmados en los trabajos de Leigh Bowery, siempre transgredió la sociedad “culta” con sus extravagantes ideas, recordado por muchos aunque ese no fuera su mayor deseo, Bowery marcó un punto y aparte en la cultura londinense tanto gay como heterosexual. Este artista del transformismo (travesti para algunos), fue más que eso, Bowery fue un agitador cultural y un ícono pop que cambió por completo la cultura de los clubes en Londres de los años 80s y 90s. Lo suyo no sólo fue travestirse, él creaba unos inigualables diseños de estilo propio, que iban más allá de vestir como mujer, nunca tuvo miedo de ser criticado o excluido.

El “genio del disfraz” experimentó con moda, espectáculo, teatro y hasta su propio dolor. Apasionado por el sadomasoquismo se sabe que el látex y otros materiales le sirvieron de medio de expresión en sus obras, era impactante la manera como realizaba trajes tan complicados que determinaban formas estrafalarias a su cuerpo casi deformándolo.

Leigh fue catalogado como una persona indefinible, un discurso alternativo a las políticas sexuales o estéticas de la época. El repudio que le tenía Bowery a lo convencional inspiró a estilistas como Charlie Le Mindu catalogado como el más vanguardista del momento, también al pintor Lucien Freud quien estaba tan fascinado con la figura de Liegh que lo pintaba “desnuda” y natural muy “alejada” de su imagen habitual de ícono queen, claro está que los diseñadores no se quedarían atrás ante tal personaje tan inspirador, Leigh Bowery ha sido musa de diseñadores de moda importantes de esta época como lo fue y seguirá siendo Alexander McQueen, la alternativa Vivianne Westwood y el mayor admirador de Bowery Gareth Pugh quien durante varias temporadas le ha rendido homenaje en cuerpo y alma. Bowery entra por los ojos y la mente de este jóven diseñador y logra el éxito, Gareth Pugh se ha caracterizado en el medio por ser pretencioso e inquieto, a su corta edad ya todos en la esfera de la moda hablan de él como el sucesor de Alexander McQueen, estas atribuciones traen grandes responsabilidades para Pugh.

La concepción de su estética teatral, sus creaciones imponibles, mágicas y abrumadoras con un efecto dark, logran  darle el éxito a sus composiciones,  la irrealidad conceptual en sus diseños parecen sacadas de otros mundos con una estética basada en la forma y el volumen, con propuestas extravagantes e irreverentes. Sus colecciones son más autobiográficas que referenciales, estas retratan las escenas extremas que se viven en los clubes de Londres, “Su genio es indudable” dijo Anna Wintour Directora de Vogue al ver su colección en el 2007.Pugh es catalogado como “La promesa de Londres”, busca distorsionar el cuerpo hasta no reconocerlo, ahí,  también se puede ver la sombra de Leigh, “estructuras usables” llama Gareth Pugh sin funcionalidad alguna salvo estilística, que parecen ser muy exitosas por el comentario de los medios internacionales.

El fuerte lazo que une a estos dos artistas (Leigh-Pugh) es la controversia. Esta controversia alimenta a muchos personajes como por ejemplo Lady Gaga, y logran ser adorados por ella.

 No existirá la trasgresión o el debate de lo estético, sin estas contradicciones, que son las que hacen que el mundo sea interesante al igual que estos grandes, Leigh Bowery y Gareth Pugh juntos por siempre.