La educación superior en los EE.UU en el siglo XXI
Desafíos sociales, políticos y económicos
- Descripción del libro
- Sobre el autor
- Presentación en la UP
Este volumen ofrece una mirada extensiva de los principales desafíos que enfrentan las universidades en los Estados Unidos. Esta tercera edición, completamente revisada, actualiza los principales tópicos y toma nota de los cambios centrales en la educación superior de ese país desde la publicación original del volumen en un marco de creciente visibilidad, cuestionamiento y mirada crítica a las universidades.
Publicado por primera vez en 1998, La educación superior norteamericana en el siglo XXI, que ofrece una mirada extensiva de los principales desafíos que enfrentan las universidades de los Estados Unidos, se ha convertido en una referencia ineludible en el campo. Esta tercera edición, completamente revisada, actualiza los principales tópicos y toma nota de los cambios centrales en la educación superior de ese país desde la publicación original del volumen, en un marco de creciente visibilidad, cuestionamiento y mirada crítica a las universidades.
Tomando como referencia el tema más amplio de las ambivalentes relaciones que vinculan a las universidades con sus contextos políticos y sociales, los más destacados académicos del área discuten el financiamiento de las instituciones, la influencia del gobierno, el cuerpo docente, el cambio de perfil y demandas de los estudiantes, la organización del currículum, el liderazgo académico, las transformaciones que está produciendo la incorporación de tecnología y, en general, los desafíos que plantea el futuro de la educación superior.
Autores: Philip G. Altbach, Benjamin Baez, Michael N. Bastedo, Robert O. Berdahl, Marjorie A. E. Cook, Melanie E. Corrigan, Judith S. Eaton, Peter D. Eckel, Gustavo Fischman, Roger L. Geiger, Lawrence E. Gladieux, Sara Goldrick-Rab, Patricia J. Gumport, Fred F. Harcleroad, D. Bruce Johnstone, Adrianna Kezar, Jacqueline E. King, Aims C. McGuinness Jr., Amy Scott Metcalfe, Michael Mumper, Michael A. Olivas, Robert M. O'Neil, Gary Rhoades, Frank A. Schmidtlein, Sheila Slaughter, Daryl G. Smith, John Willinsky.
Philip G. Altbach
Professor y director del Centro de Educación superior Internacional de Boston College.
Es Monan University Professor y director del Centro de Educación superior Internacional de Boston College. Fue editor del Review of Higher Education. Es autor de Tradition and Transition: The International Imperative in Higher Education, de Comparative Higher Education, y de otros libros. Fue también Distinguished Scholar Leader del programa Fulbright New Century Scholars.
Robert O. Berdhal
Profesor emérito en educación superior en el College of Education de la University of Maryland.
Es profesor emérito en educación superior en el College of Education de la University of Maryland, College Park. Ha escrito ampliamente sobre gobernanza y coordinación estatal en educación superior.
Patricia J. Gumport
Viceprovost de carreras de posgrado, profesora de educación y directora del Stanford Institute for Higher Education Research de Stanford University.
Se desempeña actualmente como viceprovost de las carreras de posgrado, profesora de educación y directora del Stanford Institute for Higher Education Research de Stanford University. Su libro más reciente, Sociology of Higher Education: Contributions and Their Contexts, es una edición compilada, publicada por Johns Hopkins University Press (2007).
En la presentación del libro, que recorre con exhaustividad los principales desafíos de la educación superior norteamericana, ofreció una conferencia magistral, con la coordinación de Raquel San Martín, el especialista chileno Andrés Bernasconi.
Raquel San Martin (RSM): “La Educación Superior en EE.UU en el Siglo XXI” está compilado por tres autores: Philip G. Altbach, Patricia J. Gumport y Robert O. Berdahl. Es un libro muy ambicioso porque se propone realizar un exhaustivo relato del mundo universitario de Estados Unidos en sus múltiples aspectos. Son veintisiete autores y diecisiete trabajos en más de setecientas páginas dedicadas a analizar y observar los desafíos que se viven en la educación superior norteamericana. El volumen entiende a las universidades como instituciones inmersas en determinados contextos sociales, políticos y económicos, que ejercen su influencia en el modo en el que funciona y actúa esa sociedad. Este es un punto importante que los compiladores fijan en el prólogo y que luego tiñe el resto de los trabajos del libro. Es interesante recorrer el índice porque ahí están presentes los ejes: la historia, la autonomía, la libertad académica, la relación de las universidades con el Estado y con los gobiernos estatales, el marco legal en el que funcionan las instituciones, los actores. Hay capítulos sobre los docentes, sobre los estudiantes, sobre los líderes universitarios. Quizás lo más interesante sean los denominados “temas claves”: la agenda pública para el siglo XXI en las instituciones de educación superior norteamericana. Allí, se abordan temas de financiamiento, de tecnología, de la relación entre investigación y enseñanza, de los planes de estudio y de las reformas necesarias a esos planes, de lo que llaman el “capitalismo académico” y el tema de la diversidad, que en Estados Unidos sigue siendo un tema importante cuando se habla de educación superior.
Andrés Bernasconi (AB): Creo que si uno tuviera que escoger un volumen a través del cual aprender cómo funciona y la historia de la educación superior en Estados Unidos, éste es el libro. Los editores son personas de una enorme estatura. Robert Berdahl es historiador, pero se dedicó a la gestión. Fue vicerrector académico de la Universidad de Illinois, fue rector en la Universidad de Texas en Austin, y fue rector de la Universidad de California en Berkeley. Después se jubiló y fue presidente de la Asociación de Universidades Americanas, que es como el club de las universidades de elite. Estaba por jubilarse cuando hubo un problema serio en la Universidad de Oregon y le pidieron que asuma como rector. Patricia Gumport es una reconocida socióloga de la educación superior. Ella tiene un perfil más académico, a pesar de que fue por varios años encargada de los estudios de posgrado en varias universidades. Tuvo importantes roles en la edición de revistas académicas en la especialidad de educación superior y en las sociedades de investigadores, que son tan comunes en los Estados Unidos. Philip Altbach es probablemente el principal comparatista americano y del mundo. Está en proceso de jubilación, pero es un hombre joven y del cual esperamos que todavía siga contribuyendo mucho más. Ellos son los editores y se nota el cuidado, la calidad y el conocimiento de este equipo en las contribuciones que conforman el libro.
Los títulos que están presentes en esta colección sobre educación superior representan una estupenda selección de los principales trabajos que se publicaron en el último tiempo. Algunos son verdaderos clásicos, y es un gran aporte que está haciendo la Universidad de Palermo a la discusión de los temas de educación superior.
El libro muestra las diferencias culturales entre Estados Unidos y América Latina. Nuestras universidades entienden que la vinculación con el medio externo es una función, pero no es un rol demasiado importante. El tema de este libro es la vinculación entre la educación superior y la sociedad. Es la traducción de la tercera edición del libro. La primera es de 1995, la segunda de 2005 y la tercera de 2011. En 1995, los temas eran: el multiculturalismo, los problemas raciales, los climas de violencia, la tensión en los campus, las huelgas de los estudiantes (en particular de los estudiantes de posgrados que se desempeñaban como ayudantes de investigación), el fraude científico, la productividad de los profesores, las reducciones presupuestarias, la relación con la industria. En el 2005 aparece el libre mercado, la educación a distancia, la educación con fines de lucro, la eficiencia, la administración de la calidad total, la privatización, la globalización, la tecnología, la información, y la gestión. En 2011 esos temas están todavía como telón de fondo, pero surgen los desafíos de las llamadas cuatro “A” (en inglés). El acceso, la deserción, la posibilidad de financiar los estudios y la accountability, una palabra que no tiene traducción en nuestra cultura. Es permanente en el libro, en los distintos capítulos, la preocupación por los costos, la efectividad de la educación y los resultados.
El libro está estructurado de forma bastante simple, en cuatro partes. La primera es el escenario. Quisiera destacar la importancia ideológica que tiene el hecho de que los editores hayan elegido plantear como elementos del escenario dos principios articuladores de la educación superior como son la autonomía y la libertad académica.
La segunda parte son las fuerzas exógenas: se identifica el rol del gobierno federal, el rol de los Estados, el rol del derecho, la ley, los tribunales, etc. La tercera parte está dedicada a la comunidad académica: profesores, estudiantes y líderes, focalizándose en el liderazgo de los presidentes o rectores de las universidades. El libro concluye con una sección dedicada a los temas que los editores consideran centrales para el siglo XXI: finanzas, tecnologías, investigación y doctorado, el plan de estudios, los mercados y el capitalismo académico, y la diversidad.
Quisiera poner de relieve lo que me parece son los grandes ejes del libro, independientemente del contenido de cada capítulo. O, dicho de otro modo, los temas que surgen de todos los capítulos en su conjunto. El primer tema es la sensación de los autores de que estamos asistiendo al fin de lo que Philip Altbach en su capítulo del libro llama “la edad de oro de la educación superior en Estados Unidos”. Esto no significa que se esté desbordando el sistema o que vaya a perder su posición de liderazgo mundial, sino que en Estados Unidos se llegó al fin de la expansión de la educación superior, quizás con la excepción del crecimiento del sector privado, en particular el que es con fines de lucro. Fin de la expansión significa, citando a los autores, que es una industria madura que no va a seguir creciendo al nivel y a la tasa que se había expandido desde 1950 en adelante. Y emergen algunos temas como lo son la contención de costos, la focalización de las funciones, y la autolimitación de la misión institucional. Ese es el primer tema: fin de la expansión, fin de la “edad de oro”.
El segundo punto es que la educación superior no es considerada, sobre todo para el sistema político en Estados Unidos, como un fin en si mismo. Los políticos no piensan que se educa por educar. La educación superior está al servicio de la sociedad y esto tiene un significado muy concreto: la universidad tiene que ayudar al desarrollo económico y social del país.
El tercer tema es lo que se llama “la revolución de la gestión”, los administradores tienen más poder y, por lo tanto, los profesores tienen menos. También los estudiantes tienen menos influencia en los asuntos generales de la institución. Además, se produce una profesionalización de la gestión, derivada de la necesidad de asegurar la eficiencia y la eficacia. Hay énfasis en la relación de la educación superior con la industria, una preocupación por el crecimiento en los costos, enorme presión para incrementar la productividad del profesorado y una orientación del plan de estudios hacia aquellas materias que son más útiles para la inserción laboral de los estudiantes egresados. Todo esto contribuye a una sensación de menor autonomía de las instituciones. En particular de los profesores, dado que tienen menos influencia en la conducción general de la marcha de la institución, y siempre se asoció la idea de la autonomía con la participación de los profesores en la conducción de la institución. Entonces, “menor autonomía” es el cuarto punto en este recuento. El quinto punto es lo que se llama “privatismo”, esto a pesar del hecho de que el sector privado, en términos de matrícula, se redujo. La matrícula privada en EE.UU es el 20% del total, sin embargo, los mercados y los procesos de gestión de tipo privado que afectan a las universidades públicas son los dominantes. Entonces, se genera una pregunta: si acaso los privados van a tener con los valores de la academia el mismo respeto que tuvo el sector público, en particular con la libertad académica y con la autonomía. ¿Cómo se relacionan estos valores con el mundo de la actividad privada? ¿Cómo es el control privado de la actividad universitaria?
La gracia que tiene este libro y el interés de leerlo con cuidado de tapa a contratapa es que, sin que sea temático de los distintos capítulos, se deslizan algunas observaciones fascinantes por lo que revelan del sistema a través de algún atributo que a uno le llama la atención por lo distinto de nuestra experiencia.
Geiger hace una revisión de la historia de la educación superior en los Estados Unidos y señala que cada generación tuvo su impronta en la evolución del sistema y que las diferencias son generacionales y se dan en períodos de treinta años. Es razonable: cada generación quiere dejar su marca.
Una última cuestión que quiero mencionar: en la Argentina tienen, al igual que nosotros en Chile, el problema de la baja jerarquía, estatus y financiamiento que tiene la educación terciaria no universitaria. En Estados Unidos también ese fue un tema, pero decidieron hacer algo al respecto y crearon los community colleges a un ritmo de uno por semana entre 1965 y 1972.
RSM: En el capítulo dedicado a la investigación se señala la interdependencia que tiene con respecto a la enseñanza.
AB: Albatch revela todas las tensiones y dificultades que hay en la formación de doctorado en Estados Unidos, que son sumamente preocupantes y tienen que ver con la estructura de financiamiento de los estudiantes. Para resumir en una idea: antiguamente los estudiantes de doctorado recibían una beca, hoy es cada vez menos común. La beca de doctorado financiada por el gobierno federal o el gobierno estatal prácticamente no existe. Entonces, los estudiantes tienen que entrar como ayudantes en un programa de investigación que ya viene financiado, por lo tanto, no pueden elegir. Segundo, la mayor parte de los estudiantes de doctorado tienen que cofinanciarse a través de asistencia de investigación. Por otra parte, los proyectos son de los profesores y tienen un plazo en el que tienen que mostrar resultados, y esos plazos son cada vez más cortos y los resultados cada vez más exigentes. Entonces a cada estudiante lo ponen a hacer una sola cosa y terminan no entendiendo nada del proyecto mayor del que son parte. Con lo cual las universidades no les creen que hayan aprendido a hacer investigación independiente, y después les piden un posdoctorado, porque se supone que con ese título van a adquirir la autonomía científica que es propia del doctorado. Hay una crisis en la formación doctoral.
RSM: En relación a la idea de profesionalizar la gestión de la universidad, ¿cómo ve lo que sucede en ese aspecto en América Latina?
AB: Al respecto lo que se está empezando a producir en América Latina ocurrió en Estados Unidos en 1850, y es por eso que tienen ventaja en cuanto a la profesionalización de la gestión. En América Latina estamos mucho más atrás y todavía tenemos estas carreras dobles de personas que son académicos y que son gestores. Estamos empezando a ver la profesionalización de la gestión en América Latina, pero más en el sector privado que en el sector público.