Entre la tradición y el cambio

Perspectivas sobre el gobierno de la universidad
  • Descripción del libro
  • Sobre el autor
  • Presentación en la UP

El gobierno de la universidad es el campo en el que con más claridad se evidencian las lógicas en conflicto que caracterizan la vida universitaria: la administración burocrática, la academia y la política entremezclan sus racionalidades y objetivos en un esqueleto institucional que supuestamente puede y debe incluirlas. En este volumen, diez autores ofrecen sus perspectivas sobre el gobierno universitario. Por un lado, actualiza la discusión contemporánea sobre la temática y a la vez avanza en propuestas que miran al futuro inmediato.

Antonio Camou
Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Doctor en Ciencias Sociales con Especialización en Ciencia Política por FLACSO-México (1997). En la actualidad es profesor-investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP y docente de posgrado en el área de Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés (UdeSA).

Carlos Marquis
Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Magíster en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es investigador del CONICET y ha sido miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en México. Su objeto de investigación es la educación superior. Ha escrito diversos libros, numerosos artículos y dirigido tesis sobre temas de su especialidad. Actualmente es investigador en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y profesor en varios posgrados sobre su especialidad.

Carlos Pérez Rasetti
Profesor de Letras, profesor investigador regular de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA); dirige la Maestría en Educación Superior de la Universidad Nacional de la Matanza y es secretario ejecutivo de los Consejos Regionales de Planificación de la Educación Superior en la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación.

Catalina Nosiglia
Licenciada en Ciencias de la Educación y Profesora en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires. En su trayectoria ha combinado las tareas académicas de docencia e investigación y la práctica profesional en ámbitos del sector público. Tiene experiencia en docencia, en todos los niveles del sistema educativo; producción en investigación. Ha desempeñado funciones en distintas áreas del Estado, tareas de asesoramiento en el Poder Legislativo y de gestión en el Poder Ejecutivo. Es secretaria de Asuntos Académicos de la Universidad de Buenos Aires.

Daniela Atairo
Profesora en Ciencias de la Educación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Magíster en Ciencias Sociales con orientación en educación por FLACSO-Argentina (2007). En la actualidad es becaria doctoral de CONICET y doctoranda del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de FLACSO-Argentina. Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Política y Legislación de la Educación del Departamento de Ciencias de la Educación FAHCE-UNLP e investigadora del Departamento de Sociología FAHCE-UNLP.

Ernesto Villanueva
Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, especializado en temas de educación superior, políticas universitarias y acreditación y evaluación de la calidad de la educación universitaria. Actualmente es rector organizador de la Universidad Nacional Arturo Jauretche y profesor titular e investigador en la Universidad Nacional de Quilmes, en el área de Sociología.

Eduardo Rinesi
Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, Magíster en Ciencias Sociales por FLACSO y Doctor en Filosofía por la USP, San Pablo, Brasil. Participa activamente en las actividades y las publicaciones que desde hace varios años lleva adelante la Red Interuniversitaria para el Estudio de las Políticas de Educación Superior en América Latina (RIEPESAL).

Eduardo Sánchez Martínez
Rector de la Universidad Blas Pascal. Es también profesor de Políticas de Financiamiento Universitario y de Gestión y Administración Universitaria en carreras de posgrado de varias universidades, públicas y privadas.

Pablo Baccaro
Abogado y doctor en Sociología. Se ha desempeñado prestando asesoramiento jurídico y ejerciendo la representación legal de distintas universidades, así como del Consejo de Rectores de Universidades Privadas. Inició su actividad docente en 1977 como profesor auxiliar del Dr. Werner Goldschmidt, en la Universidad del Salvador.

Ricardo Popovsky
Ingeniero Civil, recibido en la Universidad de Buenos Aires con Diploma de Honor en 1970. Al egresar se aplicó a la labor profesional y empresaria en el campo de la construcción para luego dedicarse con exclusividad a labores académicas. Fundó y dirigió el Instituto ITEC de Economía y Computación en 1986 y más adelante la Universidad de Palermo, de la que es su rector desde 1991.

Acerca de la editora

Raquel San Martin
Subeditora del suplemento Enfoques del diario La Nación. Periodista egresada de la Universidad del Salvador. Magíster en Antropología social y política por Flacso, y Magíster en Periodismo y Sociedades de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Doctoranda en Sociología en el Instituto de Altos Estudios Sociales (Idaes) de la Universidad Nacional de San Martín. Sus intereses de investigación incluyen las autopercepciones, ideas sobre la profesión y rutinas productivas de los periodistas de diarios.

Gobierno de la universidad: punto clave de los conflictos entre las prácticas tradicionales y las necesidades de transformación.

Debatieron los autores: Daniela Atairo; Pablo Baccaro; Ernesto Villanueva; Catalina Nosiglia; Carlos Pérez Rasetti; Ricardo Popovsky; Eduardo Rinesi, Eduardo Sánchez Martínez y Carlos Marquis. El evento estuvo coordinado por la periodista Raquel San Martín, quien compiló los artículos que integran el libro.

Ricardo Popovsky:
En este volumen se compilan los trabajos de especialistas locales en los que se hace hincapié sobre el gobierno de la universidad, punto clave en el que se evidencian los aspectos que entran en conflicto entre las prácticas tradicionales y las necesidades de transformación. Esperamos que los debates desarrollados sirvan para dar inicio y continuidad a nuevas reflexiones e investigaciones sobre la universidad en nuestro país y que contribuyan a generar ideas, que plasmadas en políticas de gestión colaboren con la mejora del sistema de Educación Superior.

Raquel San Martín:
Como primer tema se eligió el gobierno de la universidad porque creemos que es un tema sumamente complejo, actual, que está en pleno debate, cuyas posiciones están muchas veces encontradas y que atraviesa un momento crítico.

Como muchos autores dicen hoy está en debate la lógica misma de la organización del gobierno universitario. Esto supone tomar en cuenta que hay lógicas contrapuestas, lógicas entrelazadas en relación a lo académico, lo político y lo administrativo burocrático. Los autores tienen ideas y trayectorias distintas y han atravesado la investigación académica y la gestión, lo cual les da una mirada muy rica sobre los temas a tratar.

Eduardo Sánchez Martínez:
En el caso de la universidad el tema de la legitimidad y la eficiencia surge de manera transversal en los distintos autores, porque hay con frecuencia una creencia de que determinadas formas de gobierno son poco eficaces o eficientes, o que no generan suficiente capacidad de gobierno. En tanto que se supone que otras formas de gobierno son más eficientes aunque puedan tener algún problema de disciplina. No estoy convencido de que una determinada forma de gobierno –la reformista- sea la que tiene el problema de la eficacia y gobernabilidad. Habría que ver si no es la complejidad –por el tamaño y otras razones- de algunas universidades lo que genera la impresión del problema de gobernabilidad. Este sistema de gobierno heredado de la tradición reformista argentina, implica que la comunidad universitaria se organiza en estamentos o claustros. Frente a este modelo, en las universidades privadas las autoridades son las que cumplen las funciones ejecutivas importantes. Legitimidad o eficacia, esa termina siendo la discusión. En realidad, deberíamos hablar de legitimidad y eficacia, en un balance que es complicado e inestable, pero indispensable. Me parece que la estabilidad de los gobiernos y la sustentabilidad del sistema de los gobiernos están muy asociados a la capacidad de equilibrar estas dos cuestiones.

Pablo Baccaro:
Al hablar de estos términos enfrentados corremos el riesgo de crear una tensión en la que algunas cosas son legítimas y otras eficaces. El problema no se soluciona diciendo ‘tendríamos que tener legitimidad y eficacia’, sino que lo primero que tendríamos que ver es si esta pregunta en lugar de revelarnos una antinomia real nos está revelando una cuestión subyacente sobre cuáles son los criterios de legitimidad y cuáles de eficacia. Distinguiría otra cosa, el problema de la gestión a partir de la residencia del poder principal de la universidad. Es decir, la universidad fija objetivos que tienen que ver con satisfacer ciertas necesidades. Ahora bien, una vez que esto sucede, se gestiona. La gestión es esto último, pero la decisión estratégica, ¿corresponde a los claustros, o debe tener otros protagonistas que interactúen con los claustros? El Estado dice ‘yo estoy legitimado para comprender las necesidades de la sociedad, y además para decir cómo se van a satisfacer esas necesidades sociales’. Para mí no existe una antinomia ‘legitimidad vs eficacia’, todo gobierno debe tener legitimidad y tender a la eficacia. Ahora bien, lo que tenemos que considerar es que si nosotros abogamos por un principio de libertad académica que se traduciría en libertad institucional y la libertad de ciudadanos de elegir qué estudiar, cómo estudiar, con quién. Encontraremos multiplicidad de opciones y de respuestas a esta disyuntiva de cómo organizar las universidades, distintas opciones en cuanto a qué estudiar, con qué orientación, y eso generará distintos tipos de instituciones, lo que generará diversas universidades. Desde mi punto de vista, tal vez será mejor que coexista un sistema de alta eficacia y gobernabilidad basado en un modelo de la administración con una burocracia profesional donde el rol del claustro sea esencial. El problema es dilucidar la tensión entre estos dos modelos, y en cada institución será diferente, cosa que creo también enriquece y hace interesante al mundo universitario.

Carlos Pérez Rasetti:
A modo de ejemplo quisiera plantear el problema de la deserción en el primer año en las universidades públicas, que existe desde hace mucho tiempo y que los gobiernos no logran resolver. El modelo actual, heredado de la reforma, y que está en la Ley de Educación Superior, no logra que las universidades públicas resuelvan ese problema. No es una cuestión que compete sólo a la universidad, pero la parte que le toca tampoco la resuelve. Frente a este tema, una universidad privada que pierde el 50% de sus alumnos en el primer año, al día siguiente cambia de rector porque la institución no puede sobrevivir. En la universidad pública no pasa porque no hay nadie preocupado por los que quedan afuera. No hay nada mágico, las cosas suceden porque las armamos para que sucedan. Es decir, mientras nosotros estudiamos la universidad, las universidades se gobiernan y van cambiando. De hecho hay muchas universidades argentinas públicas que, si uno escarba un poco, al modelo de la reforma lo encuentra más o menos modificado. Y resuelven mejor o peor los problemas. Cuando se ven cuáles son los problemas que no se resuelven y se observan las bases organizativas que constituyen la legitimidad de ese gobierno, se explica por qué pasan las cosas. La legitimidad que tienen los gobiernos no está asentada dentro de la cultura reformista. Muchos gobiernos universitarios toman la prerrogativa de legitimidad que les da el voto popular y adoptan medidas que permiten orientar las políticas universitarias hacia determinados objetivos. La gestión, una vez que hay un plan acordado con financiamiento, es muy fácil, se terminan un montón de discusiones. Cuando todos los recursos están asignados, lo que queda por discutir es puramente técnico. El tema sería plantear cómo se incorpora en la decisión de las universidades la negociación y el debate.

Carlos Marquis:
Sobre las universidades se piensa desde el punto de vista sociológico desde hace tiempo, y desde la sociología de las organizaciones diría que se trata de una organización peculiar, pero con complejidades propias como otras organizaciones: empresas, clubes, familia, ejército, iglesia, etc. La universidad no es importante desde su organización, sino desde su impacto en la sociedad, en relación con el cumplimiento de las funciones sustantivas. Por supuesto, se ha tratado mucho el tema del gobierno de la universidad, y no hay que imaginarlo muy diverso al gobierno nacional o provincial o de otro conjunto de instituciones. Haciendo foco en el problema estructural, es importante analizar la vinculación de la universidad con los organismos de ciencia y tecnología, la formación de la educación terciaria no universitaria y la demanda de mano de obra técnica que hay en el mercado productivo y de la incapacidad de las instituciones de proveer este tipo de profesionales o mano de obra calificada. Es decir, cuánto está sirviendo la universidad al país. Sin duda que los liderazgos son claves al funcionamiento de las instituciones, y el liderazgo no está enraizado en la figura de una o dos personas. Cuando uno ve las organizaciones universitarias encuentra un conjunto de actores, decanos, rector, lideres académicos, que van más allá del Decano con sus intereses. Estos intereses pueden estar encontrados a veces por problemas particulares como la existencia de las tribus académicas –los físicos que pelean con los químicos, los matemáticos que pelean con los filósofos, etc- por obtener más presencia y poder. Y esto influye en el impacto que esto puede tener en la sociedad. La polémica de gobiernos democráticos o gestión estratégica, legitimidad o eficacia, creo que tiene un tema central que es la calidad, la transmisión del conocimiento, el vínculo con la sociedad, y creo que este es el principal desafío que tenemos hoy.

Eduardo Rinesi:
El problema de la eficacia no puede considerarse nunca si no es en relación con los objetivos que la institución busca. En estos términos, la pregunta que hay que hacerse es ‘para qué’ la universidad debe ser eficiente, en relación con qué función. Pensando en una función que considero constitutiva, su función de enseñar, creo que este momento es de quiebre en el modo en que las universidades se pensaron a sí mismas y a su función desde el inicio de su historia. Creo que durante muchos siglos las universidades se consideraron a sí mismas formadoras de élites: clericales, burocráticas, etc. Hoy en la Argentina estamos asistiendo a una transformación en el modo de pensarse la universidad. Por primera vez estamos considerando que la universidad pública tiene una función que es la de garantizar un derecho por lo menos tendencialmente universal. No vamos a imaginar inocentemente que como hay una ley que dice que la Educación Secundaria es obligatoria, el derecho a la educación universitaria se ha vuelto un derecho efectivamente universal. Entonces, al preguntarnos por la eficacia de la universidad debe formularse la pregunta acerca de la eficacia ‘para qué’. La universidad puede ser muy eficaz para formar una pequeña elite y expertos, y de hecho creo que la universidad pública es muy eficaz para formar algunas cosas específicas, bastante eficaz para producir algún tipo de conocimiento, y quizá altamente ineficaz para garantizar ese derecho hoy tendencialmente universal si creemos que esa es su función efectiva. Y segundo, sobre la legitimidad, se la ha asociado a la capacidad que tienen las universidades de garantizar la autonomía. Hemos olvidado otra legitimidad, la legitimidad de los gobiernos –incluso los democráticamente elegidos- que no tienen una alta valoración en la estructura reformista argentina. En general, la cultura reformista piensa la autonomía como una libertad frente al Estado, y tiende a poner a éste del lado de la amenaza, del coartamiento de las libertades. Quizá haya otro modo de pensar la autonomía y ver cuáles son las amenazas reales. Si se piensa que la autonomía es la capacidad para pensar libremente, sin coacciones, debe pensar la amenaza que le representan otras fuerzas, como por ejemplo las grandes corporaciones farmacológicas norteamericanas que en nuestras universidades organizan congresos, regalan relojes y organizan los planes de estudio que siguen nuestros estudiantes de Medicina. Eso es una amenaza real a la autonomía del pensamiento. Deberíamos pensar también en las fuertes limitaciones que impone a la autonomía la propia lógica corporativista de nuestra vida universitaria. Entonces, si uno puede pensar la autonomía menos ingenuamente puede obtener una mirada más compleja sobre este tema.

Ernesto Villanueva:
Cuando pensamos en eficacia deberíamos pensar en eficacia ‘para quiénes’ o ‘para qué’, y en esa pregunta se esconde todo el debate con respecto a la segunda cuestión de la autonomía. Cuando discutimos sólo acerca de las formas de gobierno, estamos ya definiendo cuáles son los objetivos que vamos a delimitar. Si los que definen la política universitaria son exclusivamente los que están hoy adentro de las universidades, lo más probable es que haya orientaciones muy conservadoras. Eso es en la universidad y en cualquier ámbito donde una porción parcial responda sobre una cuestión global como es la Educación Superior. Me parece que hay una discusión pendiente entre nosotros en relación a cuáles son los fines o problemas fundamentales que tiene la educación argentina: si es la deserción, o cuál es la función de la universidad. A partir de eso, podremos observar si la forma de gobierno actual favorece la resolución o la dificulta. Esto sin creer que esa estructura de gobierno va a definir todo. Entonces, la discusión que tenemos acá es si la forma de gobierno facilita o no los objetivos que tenemos, y por ahí deberíamos enmarcarla. La forma de gobierno no va a resolver todo, pero podemos ver que algunas son más amables con procesos de cambio y otras, menos. Creo que hoy todos estamos a favor de la autonomía y ésta no ha sido una dificultad en los últimos años, más bien ha sido un modo en el que la universidad comienza a reflexionar un poco más sobre sí misma. Me parece que dentro de estos sistemas autonómicos hay una mayor presencia estatal y creo que el gobierno universitario difiere de los sistemas de gobierno del Ejecutivo y Legislativo que existen en nuestro país y que esas diferencias no van a favor del sistema universitario, sino que van en contra.

Catalina Nosiglia:
Quiero destacar la importancia del tema del gobierno. Esta cuestión fue histórica en la construcción de las instituciones universitarias, porque la resolución de los conflictos de poder estuvieron desde los inicios de la conformación de las instituciones universitarias, tanto en la resolución de los conflictos de poder hacia el exterior –ya sea con el poder papal, el poder real o el propio Estado- y también en la resolución de conflictos internos acerca de la distribución de poder en sus diferentes estamentos. A partir de los ’90 hay algunos problemas en la política universitaria que llevan a la discusión y plantean la necesidad de desarrollar estudios más medulares y empíricos sobre el tema del gobierno, especialmente en torno al cuestionamiento de las formas de gobierno tradicionales, de las universidades públicas latinoamericanas y argentinas. Esto llevó a una posición defensiva y reactiva frente a la reflexión, tanto por parte de los que practican la gestión concreta de las instituciones cuanto al desarrollo de investigaciones de corte más empírico y científico acerca del gobierno. Y me parece que faltan más estudios científicos que ayuden a una reflexión más basada en datos y hechos sobre el problema de la universidad. Puedo tener opinión acerca de qué pasa con el gobierno de las ‘nuevas universidades’, pero falta estudiar qué pasa en el ejercicio concreto y el poder en las nuevas universidades.

Daniela Atairo:
Mis preocupaciones actuales no están centradas en el buen o mejor gobierno de las universidades sino en el funcionamiento de las universidades. Estoy convencida de que analizar cómo se produce y cómo se reproduce el poder en las instituciones universitarias nos va a permitir pensar políticas de cambio. Me parece central inmiscuirse en la vida interna de las universidades, en las estrategias de los actores, en sus prácticas, porque allí el viejo paradigma reformista de gobierno está siendo cuestionado. Está mutando en las prácticas, en los procesos, en los contenidos y en las formas de ese gobierno. Creo que es muy importante desarrollar líneas de investigación empírica que aporten elementos para poder pensar estrategias de cambio que lleven a las universidades a tener mayor legitimación y eficiencia.