Una alianza para el multilateralismo

Desde la llegada de Donald Trump al poder, los Estados Unidos están atravesando por uno de los períodos más agitados de su historia, que se exterioriza en una profunda grieta política interna y, en el plano externo, en un asalto al derecho internacional.



No es un secreto que el orden internacional liberal viene siendo desafiado por una serie de factores tanto exógenos (el ascenso de China en el orden global, la política exterior rusa y el fracaso de la “Primavera Árabe”, por mencionar algunos) como endógenos, entendidos éstos como una afrenta a los valores liberales en el seno de Occidente. Esta se manifiesta en un proceso de auténtica implosión de este orden (pérdida de fe en los valores centrales del liberalismo, ascenso del populismo tanto de derecha como de izquierda, surgimiento de movimientos fuertemente nacionalistas, como Brexit). Entre esas fuerzas internas que están afectando seriamente el orden mundial basado en normas, sobresale claramente el ataque de Trump al derecho internacional.

Este escenario ha motivado una reacción del famoso eje franco-alemán, que planea la conformación de una “Alianza para el Multilateralismo” en la 74ª Asamblea General de las Naciones Unidas que comenzará este 21 de septiembre. Esta propuesta ya había sido enunciada por el Ministro de Relaciones Exteriores germano, Heiko Maas por primera vez en un discurso de julio de 2018 en Tokio, donde señaló que Japón y Alemania habían sido hasta ahora “tomadores de normas” y manifestó que debían convertirse en “formadores de normas”.

Los países que conformarían esta alianza (Argentina, entre ellos) consideran que el orden multilateral “basado en reglas” está experimentando su crisis más grave desde 1945. “Para contrarrestar esta tendencia, los Estados con ideas afines deben hacer una causa común y redoblar sus esfuerzos para promover el multilateralismo”.

El propósito inmediato de su iniciativa es demostrar que una “mayoría silenciosa” de los Estados miembros de la ONU sigue comprometida con el “multilateralismo y las Naciones Unidas”. Durante demasiado tiempo, la comunidad internacional ha permanecido en silencio, creyendo que los beneficios de la cooperación internacional eran evidentes. De ahora en adelante, “los Estados comprometidos con el multilateralismo deben darse a conocer y unir fuerzas y voces”. Mass y su colega francés Jean-Yves Le Drian visualizan esta “red global de Estados con ideas afines” como una plataforma flexible para estimular la cooperación en temas que van desde el sistema multilateral de comercio a los derechos humanos, las armas nucleares, el cambio climático y el ciberespacio. De este modo, la alianza permitiría que coaliciones cambiantes se unieran en torno a intereses compartidos, “para lograr la máxima efectividad a través de geometría variable y membresía fluida”.

La “Alianza para el Multilateralismo” es un concepto oportuno en un mundo donde el liderazgo de Estados Unidos se encuentra cuestionado. Sin embargo, como señala Stewart Patrick, tres preguntas determinarán si finalmente tiene éxito. Primero, ¿procurarán estos países democráticos llenar el vacío de liderazgo dejado por los Estados Unidos, reafirmando su apoyo a un orden mundial abierto y basado en normas? En segundo lugar, ¿encontrará este grupo de democracias mayoritariamente occidentales suficientes puntos en común con la membresía más amplia de la ONU en las normas multilaterales fundamentales de cooperación pacífica, incluidas las relacionadas con la soberanía y el uso de la fuerza? Finalmente, ¿facilitará la alianza la aparición de coaliciones flexibles que resuelvan problemas para enfrentar desafíos desde el cambio climático y el comercio hasta la ciberseguridad y el terrorismo transnacional?

Es de desear que la Alianza consiga esos objetivos. La Argentina se beneficiaría de este orden multilateral.

Ricardo Arredondo es Profesor de Derecho Internacional Público (UBA y UP).