El dilema de María: ser emprendedora o atleta de las 3PM

Por Juan Manuel Lavignolle para "El Cronista"
Coordinador de la Carrera de Contador Público de la Universidad de Palermo.

A fines de 2014 María contaba con cierto capital y ganas de emprender un camino propio que pudiera generarle un proyecto personal. Hasta ese momento era solo un sueño, ya que había desarrollado su carrera laboral siempre trabajando para “otros” (empresas, organizaciones, etc). Pero surgió la oportunidad de emprender un negocio con un formato de franquicia, con una estructura estándar, que permitía pensar en un plan de negocios viable Si bien se aproximaba un año electoral (2015), el consumo se mantenía en niveles favorables para el negocio propuesto y la inflación -en niveles altos- requería de una ingeniería financiera para que los ahorros no perdieran valor. El dólar estaba desdoblado en oficial y “blue”, y otras alternativas de inversión disponibles y no demasiado estructuradas o complejas para el público masivo, parecían no ser la solución para valorizar los ahorros y simultáneamente generar un proyecto personal a mediano plazo.

Sin embargo, a María le pesaban más las ganas de emprender algo propio, aún con la incertidumbre de invertir ante el escenario descripto. Y decidió apostar al proyecto, que implicaba lo siguiente:

Inversión Inicial: $ 360.000 que incluían alquiler del local, comisión inmobiliaria, valor llave (si en algunas zonas los propietarios lo cobran), tramites iniciales, controlador fiscal, stock inicial, fee de ingreso, y otras cuestiones menores En su plan original, esa inversión, la recuperaba en un año y medio aproximadamente, lo cual era positivo con un contrato de alquiler por 3 años. Pero acá surge la primera sorpresa, porque además del “valor llave” que ya había incrementado el monto de la inversión, el contrato propuesto era con valores escalonados con cláusula de renegociación semestral.

En cuanto a los números propios del modelo de negocio, se proyectaba una contribución marginal (ventas – costos mercaderías) del 47% (de cada $100 que vendían le quedaban $47) y por debajo de esa línea debería pagar lo siguiente:


· IIBB 3%

· Costo Laboral (si bien María estaría al frente un comercio implica entre 9 y 10 hs. diarias más sábados, con lo cual decidió incorporar un empleado part time) 8%

· Alquiler 10,5%

· Gastos Bancarios y Costos Tarjetas de Crédito:3%

· Servicios Públicos: 1%

· Contador y otros asesores:1%

· Autónomos:1%

Sobre la contribución del 47% menos estos costos (contribución neta antes de impuestos), María aún debía calcular un 35% de impuesto a las ganancias. ¿Qué pensó María antes de embarcarse en este proyecto? ¡Qué bueno independizarse, tengo mi proyecto, y ya no trabajo para “otros”! Pero en el camino se fue encontrando con “nuevos otros” para los cuales trabajar. ¿Quiénes? El fisco, el locador, los bancos y el “costo laboral”.

En su plan de negocios sabía que la ventas tenían cierta estacionalidad, por lo cual hubieron meses en los cuales el esfuerzo y trabajo personal fue directamente para cubrir los costos de los “nuevos otros”. Pero en al finalizar el 2015, las proyecciones se dieron según lo previsto y ya había recuperado el 60% de la inversión (aproximadamente $211.000 después de impuestos con un promedio de ventas de $115.000 de ventas mensuales).

Para el 2016 el consumo comenzó a estancarse, con lo cual si bien el 47% de contribución se iba a mantener, el remanente para afrontar los costos fijos comenzó a disminuir. A su vez, estos costos fijos comenzaron a incrementarse considerablemente, veamos cada caso:

Alquiler: con la inflación registrada se disparó la cláusula de renegociación. Entonces al locador ya no le satisfacía lo acordado, con lo cual de un incremento esperado del 24% se pasó a un 35%.

Servicios públicos: si bien su impacto fue menor, un aumento del 100% o más comenzó a modificar la estructura de costos fijos.

Costo laboral: sincerada la inflación y con el impacto de tarifas con devaluación mediante, el costo laboral se incrementó también por encima de lo proyectado.

En síntesis, este combo de disminución del consumo e incremento de costos fijos modificó el esquema del primer año. En valores nominales, la contribución en pesos sólo se incrementó en un 21%. Mientras tanto, el costo del alquiler en un 30%, el costo laboral un 30% y los servicios públicos un 80%. Resultado el recupero de inversión paso de 18 a 24 meses. Si bien el negocio se pudo sostener, claramente la inversión comenzó a perder fuerza y María también se encontró con algunas cuestiones financieras que no conocía o no había podido anticipar su impacto. Por ejemplo, a AFIP se le adelanta el impuesto a las ganancias mediante el pago de anticipos durante todo el año. Y tanto ARBA como AFIP recaudan con antelación sus impuestos mediante la aplicación de regímenes de percepción y retención. Desde el punto de vista financiero, todo esto generó desvíos que María muchas veces debió cubrir con fondos propios o bancarios (con el costo asociado que esto genera). Si bien para fines de 2016 aparecieron algunos beneficios fiscales (IVA trimestral, después bimestral, posibilidad de recuperar impuesto a los débitos y créditos, entre otros), no fueron suficientes.

Así llegamos al 2017, donde el consumo sigue pegando en la contribución marginal que deja el negocio. Si bien los costos fijos, en forma más moderada, siguen acaparando una porción mayor de lo que queda, si comparamos le primer semestre con 2015 la contribución neta se redujo un 50%. En este escenario, único que espera María es no tener problemas con el empleado, porque un costo de salida terminaría por complicar sus sueños de independencia.

Un domingo de Julio, María repasa los portales de los diarios más importantes y analiza la suba del dólar, el rendimiento de las Lebacs (menos mal que no lo leyó en 2016) y entra en crisis, ¿hice bien en invertir en mi propio negocio? o ¿hubiera comprado dólares?, ¿hubiera invertido en Lebacs? ¿hubiera invertido en plazo fijos? … ¿Qué le respondemos?... “Mirá María, vos te querías independizar, pero si seguías con tu empleo y colocabas tus ahorros en alguna inversión no muy compleja quizás te evitabas problemas, no tendrías contingencias (si cierra debe afrontar mínimamente el costo de indemnización de su empleado)… ¿tendría que haber comprado dólares? No, la verdad que esa inversión no hubiese sido mejor si tenemos en cuenta el costo de cierre, cuando arrancaste el “blue” estaba $13,80 y el 30/6 cerró a $ 16,84. Con lo cual podemos decir que te fue mejor con tu emprendimiento, pero sin pretender que seas especialista en el mercado de capitales, si lo hubieras invertido en un fondo común que invierte en “LEBACS, Plazos Fijos, Títulos Públicos” hubieras obtenido un rendimiento del 107% en el periodo y si hubieras invertido en un fondo común que invierte en “acciones” un 112%.”

Aún deduciendo impuestos y si lo miramos estrictamente desde lo económico-financiero, María comprendió que su decisión no fue la correcta, pero valora su proyecto personal y aspira a un contexto donde invertir en la economía real sea más atractivo que la renta financiera.



Publicación: 16/08/17