CIVES lanzó el ciclo de narrativa y acción republicana

El Centro de Estudios en Ciudadanía de la Universidad de Palermo inició un ciclo de encuentros de pensamiento y debate. La primera cita se llamó “Argentina, ¿un país al margen de la ley?” y contó con la presencia de Santiago Kovadloff. CIVES lanzó el ciclo de narrativa y acción republicana
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Con la presencia del filósofo y ensayista argentino Santiago Kovadloff, CIVES presentó ayer un ciclo de encuentros con intelectuales y pensadores en el que se abordan temáticas relacionadas a la elaboración de una narrativa democrática y republicana de base constitucional para la Argentina. El ciclo es co-organizado por la asociación civil Bases Republicanas. En este primer encuentro Kovadloff desarrolló un análisis de la sentencia de Carlos Nino “Argentina, un país al margen de la ley”, y sobre el valor de la justicia desde una perspectiva filosófica.

Mauricio Devoto, Director de CIVES, abrió el encuentro reflexionando: “La ciudadanía es una categoría constitucional que nos iguala. Frente a derechos, pero también, y, sobre todo, frente a deberes. Porque nuestra vida cotidiana, como con-ciudadanos, se desarrolla en un espacio público común que va siendo construido constante y permanentemente con el actuar de cada uno, más o menos justo, más o menos pacífico. En este sentido, todo ciudadano, por acción u omisión, actuando la cuota de justicia que le compete -o desentendiéndose de ella- participa de esta construcción”. Además, el director de CIVES señaló: “El argentino debe conocer el rol que le compete y ejercerlo. Ser ciudadano, demócrata, implica cualidades y valores que no se heredan ni se adquieren por ósmosis, se debe educar en ellas, y solo se concretan por la acción, ejerciéndolas”.

Seguidamente Jimena de la Torre, Presidenta de Bases Republicana, presentó al invitado e hizo mención a su último libro República urgente, escrito junto a Héctor Guyot, dando inicio a la actividad. Kovadloff comenzó hablando del valor del reconocimiento del otro y el consenso: “La ley, en el sentido constitucional del término, se alcanza abdicando de la suficiencia del yo, en favor del nosotros, del encuentro, del diálogo. La ley viene a decirnos que somos imprescindibles, pero no únicos; que el consenso se alcanza renunciando a la suficiencia del propio punto de vista e inscribiéndose en un intercambio de necesidades y posibilidades que provienen de distintos sectores. El consenso es posiblemente el signo más alto de civilización que pueda alcanzar la comunidad porque en ella queda reflejado el interés colectivo por sobre la preeminencia autocrática de una opinión exclusiva”.

Haciendo referencia al análisis de Carlos Nino, el filósofo señaló: “Tenemos que entender que Argentina es posiblemente, dentro de Latinoamérica, el único país decadente” y justificó su afirmación comentando que desde 1913, y cerca de los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), “nuestro país alcanzó los niveles más altos de desarrollo en términos de construcción de una clase media, de una educación ejemplar, de una valoración enorme de su moneda y del despliegue de su capacidad de progreso - y desde allí fue poco a poco cayendo en una creciente pérdida de aptitudes para vivir en el marco de la democracia republicana”.

Luego de repasar cuestiones vinculadas a indicadores económicos, Kovadloff afirmó que la decadencia antes señalada significa el “abandono de los ideales de organización legal que permiten el despliegue del progreso mediante la búsqueda de una equidad creciente para todos los sectores sociales”.

Por último, tuvo lugar un interesante diálogo e intercambio de opiniones con Devoto respecto a las narrativas políticas contemporáneas de las últimas décadas y el impacto concreto en la realidad argentina. Para cerrar el primer encuentro del Ciclo, Santiago Kovadloff propuso “convocar a todos, en la medida de las posibilidades de cada uno, a que asumamos la responsabilidad de la tarea de construir espacios donde los ideales constitucionales se transformen en algo que podamos conjugar en la primera persona del singular; que la Constitución se haga carne en nosotros, que la Constitución sea aquel discurso que nos permita responder con solidaridad, con espíritu de programación”. Y además, agregó una aspiración necesaria: “Que podamos demandar a nuestras dirigencias políticas que cumplan con la responsabilidad de ser francos, que no nos hablen más de alegría: que nos hablen de educación, de esfuerzo, de trabajo; en otras palabras, que sustraigan a la justicia de su carácter pretextual y la conviertan en una experiencia social”, concluyó.

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