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Ayudar a los demás mejora la calidad de vida 
Ciencias Sociales Noticias
La Dra. María Martina Casullo fue consultada por la Revista Nueva, en la nota “Te ayudo, me ayudo”, publicada el domingo 25 de noviembre. En la entrevista, la Directora del Departamento de Psicología y de Investigación de la Universidad de Palermo, reflexionó acerca de cómo el voluntariado y ayudar a los demás hace bien, levanta la autoestima y mejora la calidad de vida de las personas.
 

Domingo 25 de noviembre de 2007 / Revista Nueva

“Te ayudo, me ayudo”
El voluntariado, según los especialistas, además de hacer bien a quienes lo reciben, es beneficioso para quienes lo ejercen: favorece la autoestima, mejora la calidad de vida y desarrolla habilidades de comunicación.

Paula Martino (31) dice que siempre sintió la necesidad de ser solidaria con los demás, aunque nunca supo bien “dónde, cómo, ni cuándo”. Y fue hace unos meses cuando algo adentro suyo le hizo click, literalmente: navegó en Internet y encontró que la ciudad de Buenos Aires contaba con un programa para aunar buenas voluntades. La de Paula fue una de ellas, y así, desde marzo, la joven participa de una acción solidaria a la que dos meses atrás le sumó una segunda. Los domingos realiza, junto a otras personas, actividades recreativas para los chicos de un hogar de niños y niñas en situación de calle. “Los domingos, porque en general es un día triste, en el que, además, reciben pocas visitas”, explica Paula. Ella y sus compañeros llevan a los chicos al teatro, al cine, a pasear, o simplemente se quedan en casa –para los pequeños, transitoria– a hacer lo que les dicten sus ganas. Los miércoles, Paula ingresa a una cárcel de contravención para dar apoyo escolar a hombres de entre 20 y 40 años de edad que quieren terminar el secundario. Y todo, sin esperar devoluciones: ni agradecimiento ni remuneración, ni un dibujo, ni un beso, ni un abrazo. Su objetivo, simplemente, es “transmitirles algo, generar ideas, rendirles”. Sin embargo, desde que se inició en este camino, ella sostiene que advierte cambios en su persona. Aunque no pueda atribuirlos por completo a estas acciones solidarias, asegura que ellas tuvieron que ver, porque le influyeron directa o indirectamente. Confiesa que, desde hace un tiempo, se siente más tolerante y mucho más abierta… “También, más tranquila… A mitad de año tuve un intenso estrés laboral, y eso ya pasó. Siento serenidad interna, estoy más desacelerada, hasta camino más lento por la calle”, asegura.

La sensación de Paula no es porque sí, ni ella es la única voluntaria argentina que la experimenta: de acuerdo con El voluntariado en la Argentina, el informe 2007 que la consultora TNS Gallup realiza desde hace diez años, un 91% de los voluntarios actuales está muy o bastante satisfecho con las actividades realizadas, y “es mayoritaria (…) la mención de percepción de cambios en su vida a partir del inicio de las tareas voluntarias; un 63% así lo manifiesta, siendo los cambios más frecuentes, la toma de conocimiento de los problemas de la gente, el logro de vínculos y amistades y el aprendizaje de entender a la gente. También fueron mencionados otros tipos de aprendizajes tales como habilidades comunicacionales, oficios, habilidades técnicas, organizativas, etcétera”, sigue la investigación, resultado de una encuesta nacional que incluyó 1003 entrevistas domiciliarias a argentinos mayores de 18 años.

¿Es que el voluntariado hace bien? “Y sí –sería una respuesta lógica– hace bien a quien recibe la ayuda”. Sin embargo, otra respuesta posible es que también beneficia a quien lo ejerce.

...Sigamos
“Las actividades voluntarias que canalizan nuestro amor al género humano son muy buenas para la salud de quienes las practican”, asegura el psiquiatra español Luis Rojas Marcos en un artículo de opinión que publicó en el diario El País, de España, a propósito de la avalancha solidaria surgida en los Estados Unidos tras el 11S, y de cómo la gente que se dispuso a cooperar libremente pudo superar mejor el trauma de aquel horror. En la nota, el especialista afirma que las labores voluntarias altruistas son un medio para mantener relaciones afectuosas, comunicarse y convivir. Continúa: “Y está demostrado que la buena convivencia estimula en nosotros la alegría, alivia la tristeza y constituye un antídoto eficaz contra los efectos nocivos de muchas calamidades. Las personas que se sienten parte de un grupo solidario –bien sea una pareja, la familia, las amistades o una organización cuyos miembros se identifican y apoyan mutuamente– expresan un nivel de satisfacción con la vida más alto y superan las adversidades mucho mejor que quienes se encuentran aislados o carecen de una red social de soporte emocional”. De este modo, Rojas Marcos sostiene que una tarea de voluntariado “bien dirigida” es capaz de amortizar el golpe de una desgracia familiar o de un fracaso laboral, dado que con ella la persona que la ejerce diversificaría “la fuente de felicidad” de su propia vida. Es más: el autor del libro Autoestima, nuestra fuerza secreta y profesor de la Universidad de Nueva York asevera que las personas que se sienten útiles a la sociedad o que tienen un impacto positivo en la vida de otros, experimentan menos ansiedad, duermen mejor y “abusan menos del alcohol o las drogas” que quienes se ven a sí mismos como personas inútiles o ineficaces.

Ama a tu prójimo…
Para Martin Seligman, el estadounidense creador de la Psicología Positiva, existen tres niveles que conducen a la felicidad. El tercero de ellos, al que llama el de “la vida con sentido”, consiste en, precisamente, poner las propias virtudes y talentos al servicio de una causa que la persona sienta como más grande que ella. De ese modo, asegura Seligman, ese ser humano dota de sentido a su vida. En definitiva, de lo que habla el psicólogo de la Universidad de Pennsylvania, es de… ¿trascendencia?

Para Paula, la experiencia de pasar todos sus domingos junto a los chicos del Hogar desde hace casi nueve meses, le generó, por lo menos, ciertas inquietudes: “Hizo que reflexionara más… y que empezara a darme cuenta de que hay problemas que son nada en comparación con otros, y que uno tiene muchas posibilidades y oportunidades que es importante ver y valorar”. En la cárcel de contravención, adonde va todos los miércoles para trabajar con hombres detenidos, muchas veces se encuentra con que ellos necesitan ser escuchados. Y Paula responde a su pedido. El beneficio, sin dudas, es mutuo: “La escucha me brinda la posibilidad de darme cuenta de que es algo que yo puedo hacer, que no me paralizo ante la situación: me voy conociendo y voy advirtiendo cosas que ni yo sabía que tenía adentro mío. Expresándose, uno también se descubre”. Paula no lo dice, pero se nota que siente orgullo de sí misma cuando cuenta que asiste a ayudar a los muchachos despojada de prejuicios, barreras, miedo o temor.

…Como a ti mismo
“Los comportamientos prosociales, el participar como ciudadanos libres que brindan su tiempo para ayudar a quien lo necesita, integran el capital psíquico y mejoran nuestra autoestima”, afirma la Doctora en Psicología Martina Casullo, directora del Doctorado de Psicología de la Universidad de Palermo e investigadora del Conicet. Respecto de qué consejos le daría a quienes quieran iniciar el camino del voluntariado, Casullo sugiere: “La actividad que se elija debe estar muy vinculada con los intereses y valores personales. Es importante siempre respetar las necesidades y creencias de aquellos a quienes les brindamos una mano. No se trata de imponer nuestras creencias, sino de ayudar a que los otros puedan actuar según sus metas y aspiraciones. Hay que conocer bien las características de las personas que integran el grupo al que pretendemos ayudar. Muchas veces, las expectativas personales son muy diferentes a las necesidades ajenas”.

Paula cuenta que siempre tuvo claro que quería trabajar con chicos y que siempre trata de responder a sus requerimientos, lo mismo con los adultos del penal: a los primeros les pregunta qué tienen ganas de hacer cada domingo; y a sus alumnos, qué textos o autores les gustaría leer. Con eso, en la semana se dedica a preparar las salidas o el material para el próximo encuentro. Paula bien sabe en cuáles áreas del voluntariado no se sentiría en condiciones de participar: “Hoy en día en la actividad en la que me siento más capacitada es con los chicos, es donde siento que puedo ser más yo: generar ideas, transmitirles algo, sentirme bien”, afirma. Y concluye: “Me parece que no está mal elegir dónde uno quiere ser voluntario”.

¿Todos estamos preparados para realizar actividades de voluntariado? ¿Para quiénes es aconsejable? Martina Casullo contesta que ella se lo recomendaría a personas flexibles, capaces de reconocer la existencia de diferentes valores y creencias, no dogmáticas: “Las características de personalidad, nuestra estructura de valores y creencias, y las experiencias personales vividas influyen en las actividades de voluntariado. No puedo ayudar, a modo de ejemplo, sólo para reparar culpas no resueltas u obedecer mandatos familiares o del núcleo de amigos. Puede ser un acto de agradecimiento, de gratitud”, dice la especialista. Y Paula confiesa: “Esto me hace sentir mejor conmigo misma, vivir la vida más relajada, disfrutar más los tiempos de ocio sin sentir que estoy perdiendo el tiempo, disfrutar con mayor plenitud de las pequeñas cosas… En definitiva, me hace salir de la vorágine, y recuperar y disfrutar, darme cuenta de las cosas mínimas de todos los días”.
Casullo tiene una explicación para esto: “La ayuda mejora la calidad de vida en la medida que sea fruto de una decisión personal que gratifique a quien la brinda. Sentirse útil, aceptado por otros, nos hace autopercibir como mejores personas”.

 
 
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