Ian Lerner, graduado en Derecho UP, fue distinguido por la Corte Suprema por tener mejor promedio del país
Con una puntuación de 9,56, obtuvo el Premio Corte Suprema de Justicia de la Nación de la mano del Dr. Carlos Rosenkrantz, presidente del máximo tribunal.Recibió el reconocimiento del Palacio de la Justicia de la Nación por alcanzar el mejor promedio de la carrera de Derecho de todas las universidades públicas y privadas del país. Con una puntuación de 9.56, Ian Lerner se destacó como el mejor alumno de la camada 2018. La dedicación y el compromiso con la profesión también lo condujeron a obtener como estudiante una beca en el programa de intercambio de la UP con Yale Law School: “Lo describo como la experiencia académica más importante de mi vida”, sostuvo Ian, que además continúa su formación en la Maestría en Derecho Penal UP. También da sus primeros pasos como profesor de Derecho Procesal Penal y colabora en la cátedra de Derecho Penal de la Dra. Beloff, referente de la Dirección General de Capacitación de Escuelas de todo el Ministerio Público. En la actualidad se desempeña en la Fiscalía General de Política Criminal de Derechos Humanos y Servicios Comunitarios.
¿Cómo vivís la distinción de la Corte Suprema como mejor promedio?
No fue un objetivo que me había propuesto. Vi que el promedio que me había quedado era el más alto de mi promoción en la Universidad de Palermo y que podía optar por este premio. Pero para ello, uno tiene que hacer una presentación ante la Corte y autopostularse con el aval de la Universidad. Sin lugar a dudas me puso muy contento y muy feliz. Más que ser un premio, en sentido de competencia, es un premio que se da a la excelencia académica y al esfuerzo.
¿Cómo fue tu experiencia en Yale Law School?
Para mí Yale fue increíble. Lo describo como la experiencia académica más importante de mi vida. Fue una apertura mental gigante, sobre todo porque Yale es una fábrica perfecta para generar excelentes profesionales y la manera en la cual los alumnos se preparan con el esfuerzo y la convicción con la que lo hacen es muy motivadora. Los alumnos están doce horas por día dentro de la universidad. Durante dos meses, tuve la oportunidad de estudiar con los profesores más distinguidos de Estados Unidos y de todas partes del mundo, con los mejores recursos. Uno se concentra en aprender e intercambiar experiencias, en tener charlas con los docentes que nos cuentan los desafíos de la profesión y te sugieren ciertas miradas respecto de los tópicos.
¿Qué herramientas brindó la Universidad a tu presente laboral?
Es toda una concatenación de hechos porque cuando cursaba la carrera de Abogacía en determinado momento estaba terminando de cursar Derecho Procesal Penal y el profesor de la materia nos consultó a todos los alumnos si nos gustaría ser ayudante de cátedra. No lo dudé. Me pareció que era una oportunidad excelente para aprender el oficio de la docencia, que es algo que también me interesa. Estuve como ayudante de cátedra hasta que terminé la carrera y luego comencé como docente titular. También me llegó el ofrecimiento de trabajar como asesor parlamentario de una diputada. Pasé a formar parte de ese equipo de trabajo y a su vez empecé a colaborar con la cátedra Derecho Penal de la Dra. Beloff. Ahora, hace un mes, entré en la Fiscalía General de Política Criminal de Derechos Humanos y Servicios Comunitarios, donde la doctora Beloff es titular.
¿De qué se trata esa experiencia y qué balance hacés de estos logros?
Es un lugar de prestigio porque el equipo está conformado de profesionales de mucha jerarquía. Todos tienen un montón de artículos y de libros escritos. Es un ambiente en el cual yo me siento muy cómodo. Es la institucionalización que estaba buscando para poder proyectar mi carrera. La verdad que estoy muy agradecido con los profesores, ellos me dieron mucha confianza. Creyeron que tenía las actitudes suficientes como para poder desenvolverme bien y poder representar a la Universidad. Todo lo tomé con mucha responsabilidad, tratando de ser exigente en mi labor y lograr el objetivo que los chicos, en el caso de las clases, se interesaran en la materia y que pudieran absorber la mayor cantidad de conocimiento.
¿Cómo surgió el interés por estudiar abogacía en la Universidad de Palermo?
Anteriormente había estudiado una tecnicatura en periodismo deportivo y una licenciatura en críticas de arte. Respondía más a ganas del momento. Considero que al haber crecido un poco más me di cuenta de que lo que realmente me interesaba era el derecho. Empecé la carrera y me sentí muy cómodo. A su vez, Palermo genera un ambiente con el cual comulgo, que es ir siempre bien al fondo de las cosas, preguntarse el porqué. Tiene una postura muy dinámica en cuanto a los conceptos y siempre me gustó eso. La Universidad me ayudó a entender el derecho, a conocer la ley y me dio herramientas como para poder saber dónde están las cosas que yo necesito saber y cómo buscarlas. Pero más allá de eso, me transmitió mucho en otros aspectos, como el vínculo con los docentes y las autoridades de la facultad. Más allá de tener excelentes docentes que transmiten los conocimientos de muy buena manera, su cercanía también genera grupos humanos muy lindos que te ayudan a seguir adelante, a querer sacar lo mejor de uno mismo.
Me gustaría continuar con mi labor docente. Me gustaría poder hacerme un tiempo para escribir algún que otro paper y colaborar con la comunidad académica y desempeñar mis funciones en el ámbito público, sobre todo en la Justicia. Entiendo que el lugar donde estoy ahora es ideal para eso, es una plataforma de proyección increíble que tengo que aprovechar.
¿Qué consejos compartís con quienes quieren estudiar Abogacía?
Mi consejo siempre es esforzarse y dar el máximo. Uno nunca sabe quién lo está mirando y es fundamental siempre dejar una buena impresión. Cuando te esforzas y das el máximo no solamente tenés todos los beneficios de las prestaciones que estás realizando, sino que además dejas una muy buena imagen de uno mismo. Después las cosas pasan solas, todo se va acomodando. Para mí el conocimiento es una pasión. Estudiar para mí es una obligación, un hobbie y una diversión.
¿Cómo vivís la distinción de la Corte Suprema como mejor promedio?
No fue un objetivo que me había propuesto. Vi que el promedio que me había quedado era el más alto de mi promoción en la Universidad de Palermo y que podía optar por este premio. Pero para ello, uno tiene que hacer una presentación ante la Corte y autopostularse con el aval de la Universidad. Sin lugar a dudas me puso muy contento y muy feliz. Más que ser un premio, en sentido de competencia, es un premio que se da a la excelencia académica y al esfuerzo.
¿Cómo fue tu experiencia en Yale Law School?
Para mí Yale fue increíble. Lo describo como la experiencia académica más importante de mi vida. Fue una apertura mental gigante, sobre todo porque Yale es una fábrica perfecta para generar excelentes profesionales y la manera en la cual los alumnos se preparan con el esfuerzo y la convicción con la que lo hacen es muy motivadora. Los alumnos están doce horas por día dentro de la universidad. Durante dos meses, tuve la oportunidad de estudiar con los profesores más distinguidos de Estados Unidos y de todas partes del mundo, con los mejores recursos. Uno se concentra en aprender e intercambiar experiencias, en tener charlas con los docentes que nos cuentan los desafíos de la profesión y te sugieren ciertas miradas respecto de los tópicos.
¿Qué herramientas brindó la Universidad a tu presente laboral?
Es toda una concatenación de hechos porque cuando cursaba la carrera de Abogacía en determinado momento estaba terminando de cursar Derecho Procesal Penal y el profesor de la materia nos consultó a todos los alumnos si nos gustaría ser ayudante de cátedra. No lo dudé. Me pareció que era una oportunidad excelente para aprender el oficio de la docencia, que es algo que también me interesa. Estuve como ayudante de cátedra hasta que terminé la carrera y luego comencé como docente titular. También me llegó el ofrecimiento de trabajar como asesor parlamentario de una diputada. Pasé a formar parte de ese equipo de trabajo y a su vez empecé a colaborar con la cátedra Derecho Penal de la Dra. Beloff. Ahora, hace un mes, entré en la Fiscalía General de Política Criminal de Derechos Humanos y Servicios Comunitarios, donde la doctora Beloff es titular.
¿De qué se trata esa experiencia y qué balance hacés de estos logros?
Es un lugar de prestigio porque el equipo está conformado de profesionales de mucha jerarquía. Todos tienen un montón de artículos y de libros escritos. Es un ambiente en el cual yo me siento muy cómodo. Es la institucionalización que estaba buscando para poder proyectar mi carrera. La verdad que estoy muy agradecido con los profesores, ellos me dieron mucha confianza. Creyeron que tenía las actitudes suficientes como para poder desenvolverme bien y poder representar a la Universidad. Todo lo tomé con mucha responsabilidad, tratando de ser exigente en mi labor y lograr el objetivo que los chicos, en el caso de las clases, se interesaran en la materia y que pudieran absorber la mayor cantidad de conocimiento.
"Empecé la carrera y me sentí muy cómodo. A su vez, la UP genera un ambiente con el cual comulgo. Tiene una postura muy dinámica en cuanto a los conceptos y siempre me gustó eso".
¿Cómo surgió el interés por estudiar abogacía en la Universidad de Palermo?
Anteriormente había estudiado una tecnicatura en periodismo deportivo y una licenciatura en críticas de arte. Respondía más a ganas del momento. Considero que al haber crecido un poco más me di cuenta de que lo que realmente me interesaba era el derecho. Empecé la carrera y me sentí muy cómodo. A su vez, Palermo genera un ambiente con el cual comulgo, que es ir siempre bien al fondo de las cosas, preguntarse el porqué. Tiene una postura muy dinámica en cuanto a los conceptos y siempre me gustó eso. La Universidad me ayudó a entender el derecho, a conocer la ley y me dio herramientas como para poder saber dónde están las cosas que yo necesito saber y cómo buscarlas. Pero más allá de eso, me transmitió mucho en otros aspectos, como el vínculo con los docentes y las autoridades de la facultad. Más allá de tener excelentes docentes que transmiten los conocimientos de muy buena manera, su cercanía también genera grupos humanos muy lindos que te ayudan a seguir adelante, a querer sacar lo mejor de uno mismo.
"La Universidad me ayudó a entender el derecho, a conocer la ley y me dio herramientas como para poder saber dónde están las cosas que yo necesito saber y cómo buscarlas".
¿Qué proyectos tenés a futuro?Me gustaría continuar con mi labor docente. Me gustaría poder hacerme un tiempo para escribir algún que otro paper y colaborar con la comunidad académica y desempeñar mis funciones en el ámbito público, sobre todo en la Justicia. Entiendo que el lugar donde estoy ahora es ideal para eso, es una plataforma de proyección increíble que tengo que aprovechar.
¿Qué consejos compartís con quienes quieren estudiar Abogacía?
Mi consejo siempre es esforzarse y dar el máximo. Uno nunca sabe quién lo está mirando y es fundamental siempre dejar una buena impresión. Cuando te esforzas y das el máximo no solamente tenés todos los beneficios de las prestaciones que estás realizando, sino que además dejas una muy buena imagen de uno mismo. Después las cosas pasan solas, todo se va acomodando. Para mí el conocimiento es una pasión. Estudiar para mí es una obligación, un hobbie y una diversión.