El profesor analiza la actualidad como un presente con el desafío de dos grandes guerras en proceso y posible expansión, otras latentes, los efectos sociales y económicos de la pandemia aún presentes y la globalización.
Artículos
La cumbre del líder ruso con el dictador de Corea del Norte revela la debilidad estratégica que causa la guerra, una condición que explica el avance impune turco por el patio trasero del Kremlin en el Cáucaso Sur.
No es claro si la muerte del líder mercenario fue un castigo por su motín o para neutralizar una amenaza mayor contra el poder real del Kremlin. Pero no hay dudas que la disputa principal era sobre el sentido de la guerra.
Cae el consumo en el gigante asiático y se contrae el comercio global. Mala noticia para el mundo en desarrollo.
Washington busca limitar a China con ofensivas proteccionistas, pero ese mecanismo no ha funcionado en el sur mundial. Brasil es un ejemplo notorio.
Se cumple el primer aniversario del asalto medieval de Rusia sobre Ucrania, un conflicto en Europa sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial, que unificó a Occidente, exhibió un esfuerzo militar moscovita mediocre, abrió un escenario nuevo a nivel geopolítico y disparó el terror de una debacle nuclear.
Nunca hay un solo futuro. Pero un presente descalabrado modela necesariamente el porvenir.
Una détente en la guerra comercial entre los dos gigantes capitalistas dinamizaría una economía que se estrangula en el mundo.
Rusia, antes de la guerra, retenía el control del Mar Negro y también del mar de Azov a despecho de la presencia ucraniana en muchos de los principales puertos. Después de la guerra --y si una negociación, hoy improbable, la cancelara--, nada de eso habría cambiado. Antes de la guerra, el Kremlin dominaba las provincias ucranianas prorrusas en la frontera del valle de Donbás. Después de la guerra, seguiría igual, dominando esos territorios.
La guerra contra Ucrania configura la mayor crisis bélica y naturalmente humana en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y descompone la relativa y discutible armonía que existía con la culminación, hace 33 años, del largo periodo de la Guerra Fría.
Es importante saber por qué tememos a la dinámica de esta rivalidad. La diplomacia debería constituir un dispositivo regular y no excepcional para aliviar las crisis. No es lo que está ocurriendo.
Wir schaffen das. Lo vamos a conseguir. La frase que pronunció en uno de los momentos de mayor tensión política, casi una versión del Yes we can que consagró en su momento a Barack Obama, será con la cual la mandataria alemana Angela Merkel será recordada. Y se verá si cumplió con ese mensaje total o quizá parcialmente.
El drama de Afganistán es uno de los más graves de nuestra época, pero ha circulado en los límites de la atención pública. Se lo ha consignado por años solo de modo intermitente en crónicas y análisis de ocasión. Ahora reaparece con mayor frecuencia, aunque no por su tragedia crónica sino a raíz del retiro militar tumultuoso y desprolijo de EE.UU. tras dos décadas de haber librado en esa comarca la guerra más prolongada y fallida de su historia.
Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se encuentran en uno de sus niveles más bajos desde la finalización de la Guerra Fría, sin visos de mejora a corto plazo, y esa tensión se ve reflejada en las relaciones diplomáticas entre ambos Estados. Una vez más, las superpotencias de la Guerra Fría parecen más estar hablando de sí mismas que entre ellas.
Franklin Delano Roosevelt, impulsó un cambio radical y de contención social para sacar a EE.UU. de la Gran Depresión. El nuevo mandatario norteamericano vuelve a esas huellas frente al costo económico de la pandemia y la división interna en su país. Resta ver si ese camino puede, efectivamente, volver a ser transitado.
Estados Unidos y China experimentan un problema semejante, cada uno necesita que el otro crezca pero no demasiado. Su propio desarrollo depende del rival y ese lazo por ahora irrompible define la relación por encima de las diferencias entre los dos gigantes de esta época.
La llegada a la Casa Blanca del centrista líder demócrata lo enfrentará con extraordinarios desafíos y frente a un mundo al que deberá convencer de que Estados Unidos tiene aún su lugar en el orden internacional. El regreso del multilateralismo y de las utopías.
La llegada del mandatario demócrata puede ser menos festivo de lo que muchos dirigentes suponen en la región, y más bien convertirse en un amanecer duro. Vuelven las líneas más rígidas sobre corrupción, independencia judicial, derechos humanos, clima de negocios y medio ambiente. El lugar de Venezuela, la situación de Cuba y la renovación del papel del Vaticano y el papa Francisco.
Lo que se libró en Estados Unidos ha sido mucho más que la disputa entre dos líderes, Donald Trump y Joe Biden.
¿Es este liderazgo errático una consecuencia de causas que lo hicieron posible, o es un revés imprevisto a ser corregido? ¿Son las elecciones la respuesta? Una incógnita que no solo involucra a EE.UU.
En diplomacia, el mandar a cerrar un Consulado General está entre los actos de mayor hostilidad. Después de ello, lo único que queda es ordenar el cierre de la Embajada, o sea, rompimiento de relaciones diplomáticas. De ahí la gravedad del cierre del Consulado General de China en Houston en estos días.
El 15 de junio de este convulso 2020, a los pies del Himalaya, el mundo tuvo una razón para temblar. Es porque el sangriento combate que libraron tropas de China y de la India con palos y piedras en esa inhóspita región no fue un episodio más de la rutinaria conflictividad en la frontera que comparten estas dos potencias nucleares. La batalla por la hegemonía mundial, entre Occidente y Asia, resuena con estruendo en ese choque.
Hace 75 años tenía lugar el nacimiento de las Naciones Unidas, una nueva organización internacional cargada de esperanzas. Luego de algunos escollos que casi la dejan afuera, la Argentina logró convertirse en uno de los miembros originarios de la institución.
La escalada del choque entre las dos mayores potencias con el trasfondo de la pandemia de coronavirus, revive conceptos del antiguos pero con un formato más precario, guerras frías o conflicto este-oeste, distantes aunque no en su totalidad de lo que fue aquel escenario el siglo pasado que el choque se media entre Occidente y la Unión Soviética.
La pandemia del COVID – 19 invita a reflexionar sobre la teoría de la “Nueva normalidad” y la pregunta es concreta ¿Qué refiere este Neologismo? Cada vez que nos situamos en nuestra propia realidad arropada por la incertidumbre, nos exigimos volver al pasado cercano, aquella “vida normal” antes de la pandemia. Añoramos la libertad en algunos aspectos de la vida, no obstante la transición al cambio y el tránsito por el duelo del pasado aturden y será el gran desafío para las futuras relaciones sociales. Sin embargo, pensando en la relación global, algunos factores cambiaron.
Un análisis sobre el régimen de Corea del Norte.
La llamada “gripecita” llevó al presidente Jair Bolsonaro a perder a su ministro estrella, Sergio Moro, y a distanciarse de otras figuras claves de su gestión, entre ellos los militares. Un grave fallido que no solo se limita a Brasil.
Regreso a la social democracia, gobiernos debilitados, disputas globales y tensiones imprevisibles en la base de la pirámide.
En marzo de 2015 estalló la guerra. La de Yemen, causa de la mayor tragedia humanitaria del mundo. Un destino poco favorable. En apariencia. Curiosamente, en 2019, 138.000 personas de regiones rurales de Etiopía, co-mo Oromia, Amhara y Tigray, cruzaron el Golfo de Adén rumbo a Yemen y me-nos, 110.000, el Mediterráneo rumbo a Europa, según la Organización Internacional para las Migraciones. No para establecerse en ese país, devastado por el en-frentamiento entre los rebeldes huthis, chiitas apoyados por Irán, y la coalición árabe, sino para trasladarse a Arabia Saudita.
Una alianza entre Washington y Londres contra Bruselas parece inevitable en el futuro próximo. Pero puede ser sencillamente insensato.
El 31 de enero de 2020 marcó la retirada formal del Reino Unido de la Unión Europea. Se trata de una fecha más cargada de simbolismo que de efectos reales, ya que ahora comienza un período de transición que debería culminar con el verdadero Brexit. Este breve análisis aborda el proceso de retirada desde una óptica jurídica.
La ruptura del Reino Unido de la Unión Europea se consumó pero lo que viene parece alejarse de las promesas sencillas del premier Boris Johnson. Incluso sobre su relación con los EE.UU. o lo que puede esperar de su antiguo socio de la UE.
Cuando este enero cambió el calendario, sobrevino el centenario de otra década de los 20, la de los “felices años 20” o “los años locos”, un período de extraordinarias transformaciones en el siglo pasado pero, también, de enorme didáctica para nuestro presente.
El derribo accidental del avión ucraniano por las baterías de la potencia persa retuerce la política y el control social en Irán. Al punto que se supone que puede tener el mismo efecto de conmoción interna que produjo en la URSS el desastre del reactor de Chernobyl. La tremenda historia del escritor Hamid Esmaeilion, que se ha puesto al frente de los familiares de las víctimas, ayuda a comprender este drama.
Las tensiones en la periferia tienen su reflejo en las contradicciones políticas que se multiplican en un norte mundial con debilidades de guía y objetivos. La irrupción de los populismos en el norte y en el sur es un emergente de esos desafíos. La larga lista incluye la ruptura del atlantismo que se reflejó en el choque entre Macron y Trump; la exteriorización de una UE con su propia brújula hacia China, Rusia y Oriente Medio, y la enorme incógnita que abre el impeachment al presidente norteamericano. En la periferia y en nuestra región, las preguntas son aún más vastas y por eso se ha extendido el reclamo y las protestas.
Las protestas se están disparado en todo el mundo emergente. Y crece el desconcierto entre los dirigentes. Hay razones locales para este fenómeno, por cierto, pero en gran medida estas rebeliones emergen de un cambio de ciclo que exhibe una toma del poder real por parte de las sociedades para cuestionar a sus gobernantes.
Tras la caída del muro de la vergüenza prólogo del final de la Guerra Fría y de la desintegración de la Unión Soviética, el mundo ha avanzado a velocidades dispares.
A mediados del 1800 se produjo un movimiento en Europa que cambió la historia para siempre. La gente se alzaba mortificada por un sistema que no los incluía. El actual malestar social alrededor del mundo tiene ecos de aquel levantamiento de 1848 que conviene observar.
La política no es el arte de lo posible. Es el arte de hacer posible lo necesario. Jacques Chirac resumía con esa observación una didáctica que guarda hoy más vigencia que cuando este conservador lúcido la pronunció desde la presidencia francesa. La ausencia de ese “necesario” es lo que configura el fracaso de la política. No es un fenómeno nuevo. Pero lo actual es su extensión y enorme visibilidad.
La declaración de independencia de Armenia, adoptada por su parlamento armenio en 1992, estipula que “la República de Armenia apoya la tarea de lograr el reconocimiento internacional del Genocidio de 1915 en la Turquía otomana y Armenia occidental” y el reconocimiento de ese genocidio por otros países se ha transformado en uno de los ejes de la política exterior armenia. Por su parte, la posición oficial de Turquía contra las acusaciones de genocidio es que las experiencias en el pasado fueron una gran tragedia y que ambas partes sufrieron grandes bajas, pero que es imposible definir estos incidentes como genocidio.
Desde Beijing, el periodista Marcelo Cantelmi analiza la relación del gigante asiático y Rusia como nuevo armado geopolítico, y el rol de Estados Unidos en este escenario global.
Ser enorme no siempre es suficiente. La semana que concluye agregó una gruesa cuota adicional al desconcierto reinante en el mundo. Visto desde China, al otro lado del globo, ese panorama tensa una relación interna no buscada entre debilidades y fortalezas con los dos extremos en niveles superlativos. Por las primeras la República Popular se ve obligada a caminar en puntas de pie entre esas sombras sin acertar sobre si las segundas serán suficientes para superar la etapa.
China es una galera llena de sorpresas y contradicciones. Lo es para quienes nunca la han visitado antes y advierten al llegar que lo que imaginaban de este imperio comunista no es precisamente lo que suponían. Y también lo es para aquellos que han venido con frecuencia y comienzan a extrañar a las bicicletas legendarias que se amontonaban en los semáforos de las avenidas de Beijing en medio de un tránsito caótico. Ahora están claro, pero son apenas un puñado, coloridas y de paseo o para alquiler con el celular y llegar hasta la casa. En las calles las rodean un universo de motos eléctricas, pequeñas, grandes, con techo, como microvehículos, la mamá en el manillar y los niños apretados atrás en un asiento minúsculo. Y muchos autos y nada discretos. Hay sitios donde las Masseratis pelean espacio con los Mercedes, los Rolls-Royce y los eléctricos de aspecto deportivo de Tesla. En pocos lugares se puede disfrutar de un embotellamiento tan aristocrático. En la ciudad de poco más de 21 millones de habitantes hay cinco millones de automóviles, uno cada cuatro personas.
Una versión de la “guerra fría” en esta región propone a Arabia Saudí de un lado y a Irán del otro, por lo tanto es imprescindible generar un mapa mental de los bloques de estados que se han conformado en torno al conflicto actual en el Golfo Pérsico.
El mojito italiano, como llaman a la crisis que forzó la renuncia del primer ministro Giuseppe Conte, resultó ser un cóctel explosivo entre un partido xenófobo y otro antisistema.
Entre fines de julio y comienzos de agosto se produjeron dos movimientos sin precedentes desde la gran crisis económica y financiera de 2008.
El nuevo mandatario británico enarboló promesas sociales y defendió una ruptura con Europa a las bravas si no hay nuevas negociaciones. No las habrá, advirtió Bruselas. No se debería descartar que este extravagante dirigente sea quien cierre el pacto con la UE, sin mayores sorpresas.
Una característica definitoria del régimen chavista es una aguda ausencia de límites. No es una condición excepcional entre las autocracias. Pero en el caso venezolano esta particularidad llega a extremos que justifican el asombro.
El acercamiento de la Casa Blanca a la dictadura norcoreana y, al mismo tiempo, el endurecimiento con la autocracia iraní, genera un desafío estratégico. Una es una peligrosa potencia atómica y la otra pretende serlo. Los riesgos de una visión con señales confusas.
Las protestas en Hong Kong son un desafió al centro del poder de la República Popular y que cuestionan el modelo de autoridad, posiblemente, no solo en esa región que vivió largo tiempo bajo la autoridad británica.
El Dr. Juan Pablo Lohle exembajador argentino en Brasil, España y la OEA, y director en el CEPEI (Centro de Estudios Políticos Estratégicos Internacionales) analizó lo que se está viviendo en Europa sobre la ola de nacionalismo y populismos como contrabalanceo de los Socialdemócratas, los Verdes, y los Demócratas Cristianos.
El periodista Jorge Elías, excorresponsal de La Nación en Estados Unidos, autor de columnas de análisis internacional en varios medios y director del sitio web El Ínterin, abordó en profundidad el tema del Brexit y analizó cómo el fenómeno “Trump” influye en el ciclo político en Europa.
Conocer por qué son importantes las elecciones parlamentarias en Europa; qué sucede en estos momentos con la campaña electoral de Estados Unidos de cara a los comicios del próximo año; cuál es la situación política que atraviesan países como Israel, en momentos álgidos de la crisis de Oriente Medio; qué claves ofrece el escenario latinoamericano con las elecciones de Argentina, Uruguay y Bolivia; cómo influyen eventos y fenómenos contemporáneos como la retracción de la economía mundial debido al auge proteccionista o el crecimiento de movimientos populistas-conservadores.